martes, 23 de agosto de 2022
El amigo ido (Salvador Novo)
domingo, 21 de agosto de 2022
Personalia (Mary Ruefle)
sábado, 20 de agosto de 2022
jueves, 18 de agosto de 2022
perdí un tiempo (sergio beleiro)
martes, 16 de agosto de 2022
Vidas de les artistas (Victoria Chang)
si me estarás mirando.
Garabateo una palabra
y la pego a un parlante:
que alguien me escuche, por favor.
Brotan palabras desde mi ataúd,
es de madera de arce. Cuando
se vacíe va a volver a los árboles
que no le hablan a nadie.
Lives of the Artists
wonder if you are watching.
I write a word and
attach it to a speaker—
someone please listen.
Words come out of my coffin,
made of maple. When
empty, it will return to
the trees who speak to no one.
https://www.southeastreview.org/single-post/39-1-victoria-chang
sábado, 13 de agosto de 2022
Estas no son manos de gigantes (Paul Eluard)
jueves, 11 de agosto de 2022
El otoño (Russell Edson)
Había una vez un hombre que encontró dos hojitas en el patio, después entró en la casa, se las mostró a sus padres y les dijo soy un árbol.
Los padres le dijeron entonces volvé al patio, los árboles no crecen en el living y las raíces pueden arruinar el alfombrado.
Respondió era una broma, qué voy a ser un árbol, y dejó caer las hojas. Los padres le dijeron mirá llegó el otoño.
Tomado del blog https://www.zaidenwerg.com
He said I was fooling I am not a tree and he dropped his leaves.
But his parents said look it is fall.
martes, 9 de agosto de 2022
me escapé (sergio beleiro)
Homenaje a Morente (Leonard Cohen)
sé qué hacer
Cuando escucho a Morente
no sé qué hacer
Cuando escucho a Morente
la vida se me vuelve poco profunda
para nadar
Me zambullo pero no me hundo
Me estiro pero no salgo a flote
Cuando escucho a Morente
sé que traicioné
la solemne promesa
la solemne promesa que justificaba
todas mis traiciones
Cuando escucho a Morente
se me acaba la coartada de la garganta
se me termina la coartada del talento
Con seis cuerdas de impecable desdén
mi guitarra me da la espalda
y yo quiero devolver todo
pero nadie quiere nada
Cuando escucho a Morente
me entrego a mi imaginación enfermiza
que ya hace mucho que se entregó
a la Gran Voz de las Tabernas
y a las Familias y a los Montes
Cuando escucho a Morente
siento humildad jamás humillación
Ahora salgo con él
de la oscuridad de lo que no pude ser
y entro a la oscuridad de la canción que no pude cantar
La canción que tiene hambre de terremoto
La canción que tiene hambre religiosa
Y lo escucho emprender la gran subida
Escucho el Aleluya de Morente
Su Aleluya asesino atronador sereno
Lo escucho estar a la altura imposible
Y clavarles a las ambigüedades comunes y corrientes
los cuernos afilados
de sus propias ambigüedades impensables
Su grito la palabra perfecta arrojada
contra la perplejidad de las contradicciones del corazón
primero las combate y después las hace suyas
las estrangula con celosa desesperación conyugal
después la cuelga ahí debajo de su voz
por encima de todos los techos resquebrajados
la desilusión del cielo
su voz que se escapó del barro de la esperanza
y la sangre de la garganta
y el estricto entrenamiento del cante
después la cuelga ahí
el Reino de Morente
al que no entra en calidad de Morente
sino de la gran Voz impersonal ungida
de las Tabernas y las Familias y los Montes
Y nos lleva con él
tomándonos del dedo ensangrentado de la garganta de la solapa sucia
Se lleva lo que queda de nosotros
a su Reino el Reino de la Pobreza que él mismo fundó
el único lugar donde queremos estar
o haber estado
donde podemos respirar el aire de la infancia
el aire en gestación
donde al fin no somos nadie
donde no podemos ir sin él
Larga vida a Enrique Morente
Larga vida a la familia Morente
a las bailaoras y cantantes
a los discípulos de las Tabernas y las Familias y los Montes
lunes, 8 de agosto de 2022
La señorita Smila y su especial percepción de la nieve - Fragmentos (Peter Høeg)
Siento cierta debilidad por los perdedores. Inválidos, extranjeros, el niño gordo de la clase, aquellos con quienes nunca nadie quiere bailar. Por ellos late mi corazón. Quizá porque siempre he sabido que, al fin y al cabo, no dejo de ser uno de ellos.
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Existe una concepción muy extendida según la cual los niños son transparentes y la verdad de su ser más profundo se filtra por sus poros. Es totalmente erróneo. No hay nadie que sea tan encubridor como un niño y, por otro lado, no hay nadie que lo necesite tanto como un niño. Viene a ser su respuesta a un mundo que constantemente se acerca a él con un abrelatas, pretendiendo abrirlo y ver lo que tiene dentro, con el fin de valorar si sería mejor sustituir el contenido por una conserva más corriente y vulgar.
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Los cuchillos que yo misma tengo en casa son lo suficientemente peligrosos como para abrir sólo sobres. Cortar un trozo de pan integral se encuentra ya en el límite de mis posibilidades. Para mí, no han de ser más comprometedores. En caso contrario, podría, en días malos, llegar a pensar fácilmente que siempre cabe la posibilidad de ponerme delante del espejo del baño y cortarme el cuello. En situaciones como éstas, es reconfortante tener la seguridad de que antes tendría que hacerle una visita al vecino de abajo para pedirle prestado un cuchillo decente.
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—¿Es usted creyente? —me pregunta.
—No sé si creo en su Dios.
—Da igual. ¿Cree en lo divino?
—Hay mañanas en las que ni tan siquiera soy capaz de creer en mí misma.
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Se puede intentar ocultar una depresión de varias maneras. Por ejemplo, pueden escucharse las obras para órgano de Bach en la iglesia del Redentor. Puede depositarse una raya de buen humor en polvo sobre un espejo de bolsillo con una hoja de afeitar y esnifarla con una pajita. Se puede pedir ayuda a gritos. Y puede hacerse por teléfono, para, de esta manera, estar segura de que lo ha oído quien debía.
Éste es el modelo europeo: confiar en salirse de los problemas mediante la acción.
Yo elijo el camino groenlandés. Éste consiste en refugiarse en el humor negro. En colocar la derrota bajo el microscopio y recrearse en su imagen.
Cuando las cosas están verdaderamente mal, como ahora, veo un túnel negro ante mis ojos. Me dirijo hacia él. Me desprendo de mis ropas caras, de la ropa interior, de mi casco de seguridad y de mi pasaporte danés y me introduzco en la oscuridad.
Sé que surgirá un tren del túnel. Una locomotora de vapor forrada de plomo que transporta estroncio 90. Voy a su encuentro.
Puedo hacerlo porque tengo treinta y siete años. Sé que allí, en el túnel, bajo las ruedas, entre las traviesas, hay un pequeño punto de luz.
domingo, 7 de agosto de 2022
Un tambor diferente, fragmento (William Melvin Kelley)
jueves, 4 de agosto de 2022
Nada es este hueco sin tus manos (Rei Berroa)