domingo, 27 de octubre de 2019

Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota) III (Juan Gelman)

       
        III


  Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso.
  ¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro. ¿Qué dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave del ser se balancea ante la noche?
  No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar.
  Es justo que la extrañe. Porque siempre nos quisimos así: ella pidiendo más de mí, yo de ella, dolidos ambos del dolor que el uno al otro hacía, y fuertes del amor que nos tenemos.
  Te amo, patria, y me amás. En ese amor quemamos imperfecciones, vidas.

                                                                                     
                                                                                                                                roma / 9-5-80


        Tomado de Interrupciones II, Libros de Tierra Firme, 1986.

miércoles, 23 de octubre de 2019

un cura (franquista en la argentina de los 60)

hablaba de los pasos sobre el agua
de la multiplicación de los panes y los peces
de la bondad del sacrificio
y me daba de vez en cuando
un coscorrón en la futura calva
cuando sin atenderlo hablaba
en la clase con mi compañero


nota:
para decir la verdad completa ese cura fue un buen maestro.
gallego en un colegio salesiano (privado) en la argentina.
mi viejo (hijo de gallegos republicanos) al hablar con él supo que era franquista.
pero las cosas eran lo que eran y mi viejo y el cura coincidían en algo: la letra (o la buena conducta) con sangre entra.
desde ya que el cura no necesitó que mi viejo le dijera (o aprobara) que si me portaba mal acudiera al coscorrón: lo hacía sin ningún remordimiento.
debo agregar que el hombre, cura franquista (generalmente sin sotana, vestido de cura tipo vida cotidiana y civil, de saquito y camisa con esos cuellitos blancos raros en lugar de una corbata) ejercía el coscorrón como una de las bellas artes: rápido, certero, doloroso, inevitable y, estoy seguro, sin dejar pruebas de su ejercicio y con la satisfacción de la tarea bien cumplida.
no los repartía a diestra y siniestra porque su tiempo con nosotros lo gastaba de mejor manera repartiendo conocimientos, penetraran en nuestros cerebros o se quedaran a medio camino sin que hubiera nudillos por el aire que fueran a empujarlos cráneo adentro.
no hacía bien con lo de los coscorrones disciplinarios, estoy seguro, y poco tiempo después la opinión general hizo caer ese castigo, ya en ese momento, desusado en estas pampas salvajes como empezaba a decaer su uso en las desgraciadas españas de post guerra.
por otro lado, en parte gracias a su mérito en la enseñanza y en parte al mérito de mi viejo por leer lo que se le pusiera en el camino, una de cawboys o el ulices de joyce de contrabando en la prohibición, cincuenta años después sigo escribiendo, seguramente más mal que bien.


miércoles, 16 de octubre de 2019

Si me hubieran preguntado (Emilia Almanza Towgood)

Quisiera haber nacido sin fecha.
Ojalá hubiera sido la luna
quien me jalara
de las entrañas de mi madre
y no las manos de un desconocido
cuyo reloj atrasado dictaminó mi signo.

Hubiera querido salir al mundo
cual pez en la desembocadura de un río
para no herir mi ascendencia
acostada de espaldas
con las piernas temblando en el aire.

Ojalá me hubiera recibido la inteligencia
avispada de la matrona
que habría entendido la necesidad orgánica
de acercar mis gritos
al agrietado pezón que estallaba.

Si me hubieran preguntado qué quería
habría exclamado ¡Alto!
al ciego paso de lo civilizado
fugitiva en esa pausa
de la razón instrumental
tan propia de los bancos y de la morgue.

Si me hubieran dado a escoger
nacería por entero mamífera:
un camello azotado contra la frialdad de la planicie,
y no contaría la altura de la caída
ni tendría inicio para conmemorar
cuanto he pertenecido
a la industria del tiempo


https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2014/09/emilia-almanza-towgood-13480.html

miércoles, 9 de octubre de 2019

Conversaciones sobre el hogar (en un centro de deportación) (Fragmento) (Warsan Shire)

Creo que fui escupida de mi casa. Apagones y toques de queda como la lengua contra los dientes flojos. Dios, ¿Sabes lo difícil que resulta hablar del día en que mi propia ciudad me arrastró agarrándome del pelo, dejando atrás la antigua prisión, atrás las puertas de la escuela, atrás los
torsos en llamas alzados en palos como banderas? Cuando encuentro a otros como yo, reconozco la nostalgia, la ausencia, el recuerdo de ceniza en sus caras. Nadie deja su hogar a menos que su hogar se vuelva la boca de un tiburón. He cargado tanto tiempo su viejo himno en mi boca que ya no hay espacio para más canciones, ni para otra lengua, ni para otro idioma. Conozco una pena que envuelve como mortaja, sepulta. Hice pedazos mi pasaporte y me lo comí en un hotel de aeropuerto. Estoy  hinchada de palabras que no puedo olvidar.

martes, 8 de octubre de 2019

excesivo

no es una ciudad no es un indicio
ni un humo ni unas cartas de navegación
no es un río un mar el agua que sale de un grifo
no es un diario personal ni una mata de cabello
no es un sobrenombre un espíritu lo ajeno
no es algo que se mantuvo en un rincón custodiado en naftalina
ni una carta que pueda poner claridad a un asunto que fue claro desde el principio
no es un barrio ni una calle ni una persona
no es una estupidez lo que viene o lo que va
ni pretende ser la raíz de las cosas
ni lo acabado ni el resumen final de cuanto se ha dicho o escrito
no vale nada o vale todo como una mata de tu pelo
o un pelo de tu pubis / no vale nada
no es un rostro ni una imagen de tu rostro
ni el silencio
ni lo que he dicho
ni lo que no
no es surreal ni imaginario ni real ni ambiguo
no es directo o es lo más directo pero no se entiende /
¿por qué nadie lo entiende?
¿por qué ni yo puedo dar por sentado lo que digo?
¿por qué nada ni nadie y nunca? no se entiende
¿por qué nadie y nada y nunca?
¿por qué nadie?  sólo preguntas /
entonces
viene viento
viene tormenta
viene la calma de los muertos
viene
por aquí y por allá /
no digo nada
no es una ciudad ni un sitio
tiene que ver con fantasmas y con naves que no zarpan
y no tiene que ver con los fantasmas ni los puertos
tiene que ver con dioses destituidos y con ángeles cobardes que desistieron de decir algo /
guarda relación o tiene que ver o no con lo que un día dije y nunca
con un ángel de la guarda
con lo que dije o creí decir o no
y no escribí
o escribí y borré
o escribí y guardé o escondí
tiene que ver o guarda relación con:
no se puede aguardar
a un ángel con vagina
con:
no existe un ángel con vagina /
o con algo así /
pero mi memoria está muerta para muchas cosas
y dejé de abrochar los nombres en papeles amarillos
y decidí tirar esos papeles amarillos y ajados
como dejé de asociar nombres con rostros del pasado
y dejé de hacer las listas de los desamparos /
tiene que ver entonces con lo que digo y lo que callo
con lo que callo y lo que digo
con lo que no debería decir
o con lo que quiero y no sé decir de ninguna manera
con lo que
de ninguna manera voy a saber decir nunca
y puede que tenga que ver con la piedra desviada que arrojé
y arrojé con una fuerza que no tenía o no creía tener
cambiando con esa estupidez imprevista el resto de mi vida
por no saber luego arreglar las cosas
o enderezarlas o torcerlas de otro modo
y hacer de otra manera las cosas para el adelante /
por otro lado y al margen
tiene y no tiene relación
con un tiempo de política mediocre
(aunque la política siempre
es mediocre y gris
la política siempre es
torcer la idea si la hubiera y hacerla mierda
o hacerla perder su sentido
convertirla en ese camino en mierda humana
en beneficio para alguno que viene y no viene al caso
en detrimento
de los desprotegidos de siempre y siempre, es decir:
mierda la política
por lo mala
por lo corta
por lo zafia) /
o tiene que ver con un tiempo sin ideas
con gente que no tiene ideas
ni las quiere /
en realidad
tiene que ver con la falta de solidaridad /
y tiene que ver con mi alma o pensamiento
con mi debacle
o con lo que queda de mí
y con todo vacío
o con el ansia de llenarlo o llenarlo un poquito y no poder /
en realidad
solamente
tiene que ver con las palabras
con este teclado inmundo y esta pantalla que reemplaza
victoriosa a los papeles que de otro modo serían
quemados con fósforos fragata
o perdidos en bolsas viejas de supermercado y luego enviados al más allá
a la nada en camiones recolectores sucios
a otras manos impiadosas o a otros fuegos
y no sé
tal vez haga un clic por ahí
y todo esto muerda el polvo
en un rincón de la pantalla
en mi indudable papelera
(en el icono con la imagen de un cesto de papeles como antaño se veía en el rincón del aula
y sólo servía para intentar sin puntería un básquet rastrero, aplicación festiva pero inútil)
si luego reviento la memoria inútil de este animal de unos y de ceros y de nada /

pero ni siquiera lo mío me concierne
ni un cero más
ni un uno menos /

entonces
no deja de ser otra historia de alguien que mordió el polvo
o de quien ya no se puede levantar
o no quiere
o no sabe
o ya ni siquiera le importa
aunque quiera resistirse
por medios extraños que nadie ve
y que no le interesan a nadie