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viernes, 17 de abril de 2020

La vida por delante (Paco Urondo)

Por qué hoy, precisamente,
voy a sentir miedo, teniendo
la seguridad de que mamá nos cuida, como
hace tantos años, y
llora desde la puerta
porque estamos enfermos y vamos a morir.   

-Mamá no lloraré nunca
desde la puerta: hace frío
cuando alguien se enferma de cuidado
y puede morir-

Por qué hoy se me ocurren
estas cosas tan consabidas; por qué
no hablo de la revolución social o del sufrimiento
anegado en una mujer
de quien su hijo está enfermo; del desarme de la ternura, de
las mareas, de los coches de plaza, de los
cereales, que más no fuera.

-Ah soledad que no puedo
romper. Ah tristeza
aquerenciada,
dueña de tanta memoria-

Por qué hoy no puedo estar alegre. Descuido
lo que tengo, no he sabido vivir, suelo
mirar la vida del otro lado de una puerta. Tengo
frío y ganas de vomitar, te hago
cosquillas en la palma de la mano
para que sonrías un poco, para que me olvides
un poco, para que sueñes un poco, para que saltes
un poco
dormida,
asombrada, lejos, mirando
desde la puerta.

Por qué hoy me doy cuenta de que nunca he tenido
talento para el amor; por favor
una mano; por lo que más quieran,
si llegan a necesitarme, no se olviden de mí. Hoy no puedo
hacer otra cosa que esperar inútilmente
desconsolado, con rabia, con desidia, con miedo,
con vergüenza, con todo lo de siempre: la puerta un poco
entornada, cerca de allí, casi al alcance de la mano.


Pertenece a Del otro lado (1960-1965).
Fue tomado de Poemas, Francisco Urondo, Casa de las Américas, 1984.

lunes, 22 de abril de 2019

B. A. Argentine (Fragmento) (Paco Urondo)




el sol ha dejado de brillar
no hay calor
no hay energías en esta temblorosa tierra     
hay gemidos en la ciudad
tiembla un dolor mudo y expectante
una tierna vacilación
una certidumbre que demora
un riesgo que incita y escapa
aquel titubeante desafío
otro lenguaje otro amor
otro enigma
otro tiempo

merecías estar lejos de este destino y esta tristeza
de esta autocompasión
de los estragos del alcohol
quisieras otra tibieza sin errores
una mano sin contradicciones abiertas
palabras sin dolor
sin culpa de otras memorias
una tregua
una irremediable venganza

perdón por los que nacen
por los que caen para siempre sin probar una ternura breve o amarga
por la urgencia
por el amor que no supimos ejercitar
por las ideas que no pudimos imponer
por las mujeres que no entendimos
por el fracaso
por los éxitos de esta vida
perdón por hacer el amor
con los resplandores de este mal tiempo
con este signo impropicio y viejo
por gustar de la mujer
especialmente en la espesura de la siesta
y tocarla buscando el vigor amplio y sin nombre
que estalla en su forma
perdón por no aguardarla
por la resonancia que esperabas de su carne
por olvidarla fácilmente
y confundirla
por una torpeza inútil o por pereza o por falta de voluntad
o cansancio
o por designio o fatalidad o capricho de este mundo
donde no hay un momento para ganar
ni nada bueno que perder
ni tiempo de darse cuenta de los vientos que soplan
esperábamos otra cosa de los aires del mundo
que un milagro impusiera un nuevo destino
un destino que no ganamos que no pudo correspondernos


B. A. Argentine pertenece al libro Nombres (1956-1959) y fue tomado de la antología Poemas de Francisco Urondo, Colección La Honda, Casa de las Américas, 1984.

lunes, 11 de marzo de 2019

Como bola sin manija (Paco Urondo)

puedo ir para un lado                                                                 
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos
buques mansos que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado

puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol

puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida
puedo cambiar de vida y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice

puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos

puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria

–hoy te he recordado vagamente–

puedo reír y cantar
divertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido

puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados

–eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo–

puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perder
o tener más hijos como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles

puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto

puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría

puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla

puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad

puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un sol o recuerdo

puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace un as horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas

puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar

puedo imaginar el tiempo que desconozco
luchar por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar

–hoy no he podido recordar tu nombre–

de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno


Pertenece a Nombres (1956-1959) tomado de Poemas de Francisco Urondo, Casa de las Américas, 1984.

domingo, 3 de marzo de 2019

Hija (Paco Urondo)


















                                    a Néstor Bondoni


Ella se salva y crece sobre mis fisuras, sobre la piel que se ha secado, sobre el tambor que suena lejos.

Ella también será el primer amor para alguien.


De Historia Antigua, poemas entre 1950 y 1957. Tomado de Poemas, Francisco Urondo, Casa de Las Américas, 1984.

sábado, 28 de julio de 2018

Enanos (Paco Urondo)


Hay enanos que viven fieles a su condición de bufones. Ellos ríen y hacen divertir a los pobres de espíritu. Ambos  no pisarán el reino de los cielos.

Otros, en cambio, se remiten a su origen trágico: aman mujeres bellas que suelen desdeñarlos o que aprovechan de las contradicciones de su pequeñez… Estos se agitan en su desgracia, padecen el escarnio, no conocen la alegría. Sus horas son excesivamente amargas y solamente logran masticar el dolor áspero y sin horizontes. 

Muchos de ellos podrían crecer, pero temen eliminar su condición.



Poema del libro Historia antigua (1956), tomado de Poemas de Francisco Urondo, Casa de las Américas, 1984.