lunes, 27 de enero de 2020

Destino (Susana Thénon)

Deja, déjalos hablar,
permite que las palabras caigan
y se pierdan.
Déjate matar con su lanza,
déjate cubrir con su baba.
Ni la muerte ni la vida saben
lo que aquí ocurre.
Pero yo sé cómo estos días minerales
han de morir.
Permite que te ultrajen,
acata la venganza,
la caravana es larga,
no vencerán.
Deslízate a lo largo de los muros,
absorbe la miseria que te brindan.
Cuando sea de noche serás alta
como una vestal de sueño.
¡Ah, tus ojos son demasiado transparentes!
Echa barro en tus ojos,
hazlos como un charco sucio,
que la impiedad cuando resuelva en ellos
no encuentre lo que busca.
Tu pelo es largo. Córtalo.
Tu cuerpo es blanco. Hiérelo.
Algún día te sentirás tentada
por un fulgor que llega,
y no existirá sangre que te proteja
ni voz para cubrir
tu voz vencida.


Tomado de:  https://elmundoincompleto.blogspot.com/search?q=destino+susana+th%C3%A9non

lunes, 13 de enero de 2020

Canada Dry (Julio Cortázar)

Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.

Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.

Chaçun ses madeleines, chaçun ses Albertines

Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuarto
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
Las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.

Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?

Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esta vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada.


Último round. Siglo XXI Editores. 1969.

viernes, 10 de enero de 2020

Malas ideas (Joseph Capehart)




Cuando te pregunten “¿es usted un criminal?”
Tu respuesta probablemente no debería de ser “puede que sí”
Incluso si la respuesta es “puede que sí”
Cuando te detenga la policía
No te bajes los pantalones
Y oprimas tu negro trasero contra la ventana
Como una suerte de identificación
Cuando estés con tu novia
No hagas un hilarante chiste sobre qué raro sería si fueran tú y ella hermanos
Todas estas son malas ideas.
Tengo malas ideas y me digo “ya deberías saberlo”
“Quién carajo hace eso”, de ese tipo de ideas
No recuerdo exactamente el momento en que aprendí el silencio
Quizás fue en un juego a estar callado
Quizás siempre se me hizo lógico que el ganador es aquel que mantiene la boca
cerrada
Que los sobrevivientes jamás usan su piel demasiado ruidosamente
Quizás fue el tiempo
Quizás fueron décadas de andar de puntillas en mi propia piel
Rezando porque el mundo quisiera recordar cuán fácil es tragarse por completo
a un chico negro
Aprendí el silencio cuando me di cuenta que todos a mi alrededor estaban
hambrientos
Y los aplausos
Y los insultos lanzados contra mi piel
Eran de hecho el sonido de estómagos gruñendo
Ansiando una comida aprendí el silencio
Cada vez que era palmeado en la espalda por no ser “uno de esos negros”
Por no usar mis pantalones como ellos
Caídos por un apesadumbrado corazón
Por no sonar como si viniera
De algún lugar que no sea aquí
Aprendí el silencio
Cuando me di cuenta de que no tengo que decir nada
Las más de las veces soy considerado una amenaza
Desde el momento en que aparezco
Cuántas veces he abierto la boca sólo para escuchar la voz de alguien más
Cuántas veces me he percatado que este cuerpo
No es el mío
De que nunca seré nada más
Que aquello que ustedes ya han decidido que soy

Mi dios
Mi ventrílocuo
Mi Frankestein
Formándome con los retazos
de todos los chicos negros que has despedazado
Llámame monstruo
Y luego corre tras de mí fuera del pueblo
He escuchado la manera en que hablas de la joven gente negra
Dices cómo pueden estar tan enojados
Cómo pueden ser tan ruidosos
Lo que para mí
Suena a cómo pueden ser tan valientes
Cómo pueden reír
Cómo pueden cantar y bailar y amar
Con esta peligrosa piel colgando de sus huesos
No saben acaso
Que no están a salvo aquí
No saben que este mundo está demasiado hambriento
Aprendí el silencio como aprendí a sobrevivir
Como aprendí del camuflaje
Como aprendí a ocultarme a plena vista
Como aprendí a ser el chico negro cool el negro cool
que se ríe de los chistes racistas
Que no ensucia los limpios cielos con su negro puño
El negro cool que sabe que ser negro
No es una forma de vivir
Así que cuando te pregunten “¿es usted un criminal?”
Sábete que el veredicto
Ya ha sido tomado
Tu piel oscura era una condición preexistente
Cuando seas detenido por la policía
Recuerda el nombre de las vidas negras transformadas en tumbas
Pon tus manos sobre el volante y no hagas movimientos repentinos
Cuando estés con tu novia
No te acerques tanto a ella
Como para que pueda probar el miedo y la rabia que se esconden bajo tu lengua
Todas estas son malas ideas
Ya deberías saberlo.


La traducción es de Gustavo Osorio.
Tomé el poema de https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2017/01/joseph-capehart-19888.html


Encontré el poema en idioma original en:
https://effervescene.wordpress.com/2017/01/16/bad-ideas-by-joseph-capehart/

When asked the question,
“Are you a criminal?”
Your answer probably shouldn’t be
“I might be”
Even if the answer is you might be.
When being pulled over by the cops,
Do not pull down your pants and
Press your black ass to the window
As some form of identification.
When making out with your girlfriend,
Do not make a hilarious joke about
How it’d be weird if you were her brother.
These are all bad ideas.
The kind of bad ideas like
“Shouldn’t you know better?”
“Who the hell does that anyway?”
Type of bad ideas.
I don’t remember the exact moment that I learned silence.
Maybe it was a quiet game.
Maybe it’s always made sense to me that the winner
Is the one who keeps his mouth shut.
That the survivors never wore their skin too loudly.
Maybe it was time.
Maybe it was decades of tiptoeing around in my own skin
Praying that the world wouldn’t remember how easy it is
To swallow a black boy whole.
I learned silence when I realized
that everyone around me was hungry.
That the applause and the insults
thrown at my skin were actually the sound
Of growling stomachs,
Waiting impatiently for a meal.
I learned silence
Every time I was patted on the back for not being
“One of those” black people.
For not wearing my pants like they’re beingweighed down from a heavy heart,
For not sounding like I came from anywhere other than here.
I learned silence when I realized I don’t have to say anything.
Most of the time I’m registered a threat the moment I show up.
How many times have I opened my mouth only to hear someone else’s voice?
How many times have I realized that this body is not my own?
That I’m never going to be anything more than who you’ve already decided I am.
You. My God. My ventriloquist. My frankenstein.
Piece me together from the black boys that you’ve picked apart,
Call me monster,
And then run me out of town.
I’ve heard the way that you talk about young black people.
You say “how can they be so angry?”
“How can they be so loud?”
Which to me, sounds like
“How can they be so brave?”
“How can they laugh and sing and dance
And love with such dangerous skin hanging from their bones?”
Don’t they know that they are not safe here?
Don’t they know that this world is so so hungry?
I learned silence like I learned survival,
Like I learned camouflage,
Like I learned hiding in plain sight,
Like I learned being the cool black guy.
The cool black guy that laughs at the racist joke,
That doesn’t dirty clear skies with black fists.
The cool black guy that knows that being black
Is no way to live.
So when asked the question
“Are you a criminal?”
Know that the verdict has already been decided.
Your dark skin was a preexisting condition.
When being pulled over by the cops,
Rehearse the name of black lives turned gravestone,
Put your hands on the wheel,
And don’t make any sudden movements.
When making out with your girlfriend,
Do not let her get so close that she can
taste the fear and anger that you hide beneath your tongue.
These are all bad ideas.
You should know better.


Encontré al propio autor recitándolo en youtube:


https://youtu.be/g14_-rdBmPs



Intenté una versión alternativa sabiendo poco del idioma:


Cuando te pregunten,
“¿Sos un criminal?”
tu respuesta probablemente no debería ser
“puede ser”
incluso si la respuesta es “puede ser”.
Cuando te detenga la policía,
no te bajes los pantalones y
oprimas tu culo negro contra la ventanilla
como alguna forma de identificación.
Cuando te estés besando con tu novia,
no le hagas esa divertida broma acerca de
qué raro sería si vos fueras su hermano.
Todas estas son malas ideas.
Esa clase de malas ideas.
“¿No deberías saberlo?”
“¿Quién carajo hace eso de todos modos?”
Ese tipo de malas ideas.
No recuerdo el momento exacto en que aprendí a callarme.
Quizás fue un juego tranquilo.
Quizás lo más lógico para mí fuera que el ganador siempre
es el que se queda con la boca cerrada.
Que los sobrevivientes nunca usan su piel intensamente.
Quizás fue el tiempo.
Quizás fueron décadas de andar de puntillas en mi propia piel.
rezando para que el mundo no recuerde lo fácil que es
tragarse por completo a un chico negro.
Aprendí a callarme cuando me di cuenta
que todos a mi alrededor tenían hambre.
Que los aplausos y los insultos
lanzados contra mi piel eran en realidad el sonido
de los estómagos gruñendo,
esperando impacientemente una comida.
Aprendí a callarme
cada vez que me palmeaban la espalda por no ser
“Uno de esos" negros.
Por no usar mis pantalones como lo hacen ellos
agobiados por su gran tristeza,
por no sonar como si viniera de otro lugar que no fuera este.
Aprendí a callarme cuando me di cuenta de que no tengo nada que decir.
La mayoría de las veces soy considerado una amenaza en el momento en que aparezco
¿Cuántas veces he abierto mi boca sólo para escuchar la voz de otro?
¿Cuántas veces me di cuenta de que este cuerpo no es el mío?
Que nunca voy a ser más que lo que ya decidiste que sea.
Tú. Mi dios. Mi ventrílocuo. Mi Frankestein.
Creame de los pedazos de los chicos negros que has desacreditado,
llamame monstruo,
y después echame de la ciudad.
Yo escuché cómo vos hablas de la joven gente negra.
Decís "¿Cómo pueden estar tan enojados?"
"¿Cómo pueden ser tan ruidosos?"
Esto para mí suena a
"¿Cómo pueden ser tan valientes?"
"¿Cómo pueden reír y cantar y bailar
y amar con una piel tan peligrosa colgando de sus huesos?"
¿No saben que no están seguros aquí?
¿No saben que este mundo está muy muy hambriento?
Aprendí a callarme como aprendí a sobrevivir,
aprendí a camuflarme,
como aprendí a ocultarme a simple vista,
como aprendí a ser el chico negro cool.
El chico negro cool que se ríe de las bromas racistas,
que no ensucia los cielos claros con sus puños negros.
El chico negro cool que sabe que ser negro
no es una buena forma de vivir.
Así que cuando te pregunten
“¿Sos un criminal?”
Tenés que saber que el veredicto ya ha sido decidido.
Tu piel oscura es una condición preexistente.
Cuando seas detenido por la policía,
recuerda el nombre de tantas vidas negras convertidas en lápidas,
poné tus manos sobre el volante,
y no hagas movimientos repentinos.
Cuando te estés besando con tu novia,
no dejes que se acerque tanto que pueda
probar el miedo y la rabia que se esconden bajo tu lengua.
Todas estas son malas ideas.
Ya deberías saberlo.

miércoles, 1 de enero de 2020

escribo (ejercicio) (sergio beleiro)


                Escribo el cuento de una muerte. Un cuento.
                Escribo una muerte.
                No soy el asesino, creo, ni el muerto (eso alguno ya lo ha escrito).
                No soy el asesino, digo; pero es verdad hasta cierto punto, porque asesinar con las palabras, en un cuento, tal vez sea una forma de homicidio; una forma de matar o al menos un plan, ciertas conjeturas, que no nos atrevemos a poner en práctica fuera del papel. ¿Imaginar e intentar hacer literatura para no acabar detrás de los barrotes?
                Fue una cuestión de venganza y que no sean hermanos no quita que la cosa no sea una variación de la historia de Caín y Abel;  pero en este caso sin un dios en medio ni ofrendas más o menos satisfactorias.
                Fue una cuestión de venganza, en el camino de los amoríos, por lo tanto con un tercero que facilita la discordia. Una pasión, como muchas veces se ha visto, que se desbanda por los celos.
                No quisiera meter a Otelo en este asunto ni tampoco hacer una historia de racismos, de blancos y de negros.
                Desde ya advierto, que otras cuestiones familiares, rivalidades y pendencias que vengan de un pasado más o menos remoto no tienen cabida en este cuento. Shakespereanos abstenerse.
                Tampoco hay incestos.
                Muerte, una, y venganza solamente.
                Dos amigos que darían su mano el uno por el otro con total desprendimiento (de la mano y hasta de una pierna) por ayudarse mutuamente sin pedir nada a cambio.
                Sin embargo la exactitud de estas actitudes caen cuando el asunto, la cuestión de polleras, de una pollera, invita a otra cosa y los acontecimientos se desencadenan.
                Ella, como cualquiera, podría ser hombre o mujer si nos placiera, plena de indecisiones, ejerce sus idas y sus vueltas, para luego decidirse sin demasiadas convicciones por el otro en lugar del uno, infligiéndole a ese uno, sin quererlo, un golpe inesperado, difícil, imposible de superar, por lo menos en ese momento de su historia.
                A partir de ahí, un par de discusiones, el uno con la otra, porque el otro piensa quedarse afuera como si no fuera con él la cosa.
                Los engranajes del pensamiento del ofendido triturando su espíritu, demoliendo sus principios, recirculando su odio como un veneno por las cañerías del alma.
                La decisión definitiva que no se deja esperar y el enfrentamiento, aunque enfrentamiento no fuera la palabra adecuada para lo que ocurre finalmente: algo que podría deslizarse por los carriles de un relato un poco heroico o tanguero de guapos de otro siglo, si no fuera por el cuchillo en la espalda, la noche y la huida inteligente aunque poco decorosa. La dama, sin que se le corriera la pintura, apartándose de la cosa para que la policía no pueda involucrarla en pendencias que no le incumben o no debieran incumbirle según ella.
                Un mutis por el foro en soledades del asesino que lo llevará a hacer turismo inesperado por las provincias de la patria hasta encontrar refugio en Bolivia.
                Entonces, fin, y si no fue un cuento ni una historia leída o escuchada, será un ejercicio de palabras, algo para perder el tiempo, o ganarlo, de un tipo frente a un teclado.