martes, 31 de diciembre de 2019

haiku

no es lo suyo /
no lo entiende
ni lo representa

de ninguna
manera /
piensa:

no le gusta 
el haiku

no le gusta
ni lo estricto
ni la perfección

perder libertad
por poco a cambio

no le gusta el haiku
o no lo entiende / es más 
que una cuestión cultural

no le deja nada
ni perplejidad

aunque a veces la concisión
el hermetismo sean 
herramientas 
poéticas
para considerar

necesita más versos
para su necesidad
o menos tal vez

no encuentra 
las palabras adecuadas

por la misma cuestión
tal vez se decida por 
un harakiri en el poema

y exponga sus tripas
en un papel con malos versos
con versos graves y secos

o haga ver sus huesos 
en trazos negros
cargados de las mismas 
palabras de siempre

+ su quietud:
su cobardía

sin derramar sangre
ni dejar mucho en claro

sin manipular la espada el sable 
o un cuchillo oxidado 
de cocina entre las tripas

tal vez 
en palabras sea la cosa

sin la gracia
que no comprende
de un haiku

sin magia
alguna

quizás vomite su vacío
la noche larga que lo come
desde adentro

un haiku no le serviría
(ni en una pantalla 
ni en un papel)

ni una botella de 
vino de arroz
ni un malbec

ni un tequila
ni el veneno 
de otros dioses
ni otros tiempos





de hombres y dioses

inventaron dioses con la boca o con la pluma
con el dedo apuntando al horizonte y otros gestos
inventaron dioses eligieron lugares y piedras
y derramaron la sangre en ofrendas infructuosas

los de abajo miraron las estrellas esperaron las lluvias
y la procreación efectiva de las manadas 
esperaron la bonanza prometida por los creadores
de estos dioses generosos y a un tiempo vengativos
de esos dioses y otros cientos 
que parieron otros dioses en el transcurso de los siglos 
a veces más humanos a veces mucho menos
o más lejanos o extremos todavía
en cada lugar donde hubiera
hombres mirando al cielo 
al sol a las estrellas a la luna

y a cada noche siguió un día
y a los mismos hechos las mismas circunstancias
(ya se ofrendara se rezase o se puteara hacia los cielos)
aunque nadie intentara conclusiones
mucho menos en contra de las terrenales razones
de los que detentaban a su favor su clase y sus poderes
con un telón de fondo de cuentos celestiales

bajo los mismos cielos noche y día
las mismas cosas se sucederían con variados intervalos
para hacer de los de abajo siempre los de abajo
ni más ni menos como era desde siempre




jueves, 12 de diciembre de 2019

Patio de tarde (Julio Cortázar)

A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira. Es simplemente feliz, la muchacha rubia ha pasado por el patio, él la ha visto un instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas. 

Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro, y sigue aplicando la cola a la madera terciada.



Tomado de Último round, Siglo XXI Editores, 1972.