jueves, 29 de septiembre de 2016

El suicidio de los lirios (Alejandría Carranza)

Los Lirios se suicidan
cuando las abejas
confunden su amor
con una aventura.
Su particularidad
es el suicidio en masa
ya que, si bien no son todos
descorazonados a la vez,
sí les descorazona
el descorazonamiento ajeno.
Así es que
podemos llamarles solidarios
a los Lirios
mas escapa a nuestras letras
definir el adjetivo justo
que merecen
por ser el objeto de su solidaridad
la muerte, al fin.
El Lirio, al igual que el árbol feroz
cae sin cesar
y el sonido polifónico
que despega de su muerte
es tan solo perceptible
por los oídos de un ángel
o por los pies de algún loco
que se crea flor.
En el mundo existen dos tipos de seres
los Lirios y los noLirios
los unos son tristes
los otros sólo existen sin remordimientos.


https://poetassigloveintiuno.blogspot.com.ar/search?q=alejandr%C3%ADa+carranza

domingo, 25 de septiembre de 2016

Hamacándose (sergio beleiro)

      Piensa, mientras se hamaca tratando de no arrastrar los pies. 
      La plaza está distinta, es más chica, más allá de que siempre el tiempo con su paso y su propio paso, sus años, reducen los tamaños. 
      La plaza es más chica, tiene menos juegos; sobreviven estas hamacas, pero no cree que sean las mismas, aunque su mal estado parece afirmar lo contrario.
      Piensa. 
      Está triste. 
      Es una mina triste hamacándose en una plaza desierta, cuando el día apenas está naciendo, sin que nadie la vea.
      No la ve nadie.
      Es muy temprano y piensa.
      Se piensa.
      Se encara a sí misma con cierto enojo diluido y la tristeza vieja que lo va ahogando todo.
      -¡Cómo tiré la vida! - se dice, arrastrando los pies, que no quiere arrastrar, en la arena sucia mezclada con conchillas -.
       -¡Cómo tiré mi vida! ¿Cómo tiré mi vida?
       No lo sabe o lo sabe sin poder asumirlo.  No sabe en qué momento eligió el camino equivocado o no decidió y la vida se le empezó a ir de las manos y se puso a caminar por donde no llegaría a lo soñado, a lo pensado, a lo que incluso entonces intuía que no iba a lograr y, sin embargo, soñaba cada día con más ganas.
      El reloj biológico, la maternidad, no eran más que palabras, en esa época, no llegaban a ser preocupaciones. No lo fueron nunca. No encontrar o no saber buscar a alguien con quien compartir las cosas, los momentos comunes, la vida pequeña pero importante, siempre fue el problema.
      Tampoco sabe cuándo debió haber buscado ayuda por otro lado y no se dio cuenta; pero tiene una vaga idea, una idea vaga que treinta años después no sirve para nada. Sabe muchas cosas, muchas razones de su desperdicio y, también sabe, que ninguna sirve para justificar nada, mucho menos frente a sí misma.  
      Es una mujer vacía en extraño vaivén, en unas hamacas viejas, en un parque desierto, sin que nadie la vea o, por lo menos, sin que ella lo perciba.
      Una mujer sola que no le encuentra sentido a las cosas, sin darse cuenta de que nada tiene sentido o, que si lo tiene, ya no vale la pena encontrarlo y mucho menos buscarlo.
      Es una mujer, piensa, que no le importa a nadie. Realmente lo cree y arrastra los pies mientras se hamaca con la mirada perdida a lo lejos, muy lejos, con esa mirada que no se enfoca, que no hace centro en ningún punto, ni atrás ni adelante.  
      Una mujer sin hombre, pasado o presente, que se da cuenta de que nada va a cambiar, segura de haber desperdiciado sus años, de no haber aprovechado las pocas oportunidades por no tener la lucidez suficiente o el arrojo necesario; sabiendo que ese arrojo no hubiera sido tal, sino apenas el no quedarse en la duda y dar el paso que cualquiera hubiera dado, que poca gente deja de dar.
      Es, además, una mina rara que nunca arranca a llorar, aunque se imagina que llorar podría sacarle de encima parte de la mierda que lleva en su cabeza. Una mina que quisiera llorar, que tiene ganas de llorar y no puede.
      Está harta de pensar y no puede dejar de hacerlo, entonces piensa en morir pero no lo quiere pensar. ¡Morir…, dormir!  ¡Dormir!… ¡Tal vez soñar!  ¡Ya no quiere soñar!
      Clava los pies en la arena y se baja. Mira el tobogán en la otra esquina de la plaza y encara para el otro lado.  
     Más allá, la avenida y el camino a casa.

     Ya de vuelta, la casa destemplada, como lo fue la noche, le confirmará esa idea que siempre le da vueltas: Una casa sin gente siempre es fría.   

jueves, 22 de septiembre de 2016

Ciudad sin sueño (Federico García Lorca)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros

martes, 20 de septiembre de 2016

3 horas, 16 minutos y 30 segundos (Charles Bukowski)

Se supone que soy un gran poeta
y tengo sueño por la tarde,
sé que la muerte es un toro gigantesco
dispuesto a embestirme
y tengo sueño por la tarde
sé que hay guerras y hombres que pelean en el ring
sé que hay buena comida, buenos vinos, buenas mujeres
y tengo sueño por la tarde,
sé que hay una mujer que me ama
y tengo sueño por la tarde,
me inclino hacia el sol tras una cortina amarilla
y me pregunto adónde habrán ido las moscas del verano
recuerdo la muerte tan sangrienta de Hemingway
y tengo sueño por la tarde.

Algún día no tendré sueño por la tarde
algún día escribiré un poema que encenderá volcanes
en las colinas que están ahí afuera
pero ahora mismo tengo sueño por la tarde
y alguien me pregunta -"Bukowski, ¿qué hora es?"
y yo contesto:- "3 horas, 16 minutos y 30 segundos".
Me siento muy culpable, me siento asqueroso, inútil,
demente, tengo sueño
por las tardes,
están bombardeando iglesias, bien, eso está bien,
los niños montan ponys en los parques, eso está bien,
las bibliotecas están llenas de miles de libros sabios,
hay música grandiosa encerrada dentro de la radio
y yo tengo sueño por la tarde,
tengo una tumba dentro de mí diciendo
bah, deja que lo hagan los demás, déjales que ganen.
Déjame dormir,
el ingenio está a oscuras
barriendo la oscuridad como una escoba,
me voy a donde han ido las moscas de verano,
intentad atraparme.


De la antología 20 poemas, traducción de Cecilia Ceriani y Txaro Santoro

viernes, 16 de septiembre de 2016

Horóscopo (Juan Leyva)



Tu horóscopo hoy te dice
que no te levantes
que algo en ti no funciona
que vas a perder en la economía
en la salud
en el amor

Hoy es mejor
que cambies de signo
de revista
y de sala de espera.



http://antoncastro.blogia.com/2015/051502-poemas-de-juan-leyva.php

domingo, 11 de septiembre de 2016

tan silenciosa la tarde

tan silenciosa la tarde
que parecía la noche
tan triste tan oscura
que se hacía infinita
me dolía la luz 
y la sombra
quería que llegara una tormenta
para que algo cambiara
o tomara forma
aunque fuera 
con modos de desastre
necesitaba que cambiase
algo
que llegase indetenible
a apartar mi lentitud
mi inercia de quietud
el falso amparo

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Canto a la esperanza (Roberto Jorge Santoro)

Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas,
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra,
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra
y tuve que ponerla en la memoria
como se pone un hijo
con esa rabia dulce
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre,
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos,
la arrastré hasta. el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre,
para que entendiera de una vez por todas
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme,
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales,
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera,
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos,
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.


http://www.silsh.com.ar/otros_santoro.html

jueves, 1 de septiembre de 2016

Estirpe vetusta (Hannah Escobar Correa)

Esta ceguera terrible que me consume
Me estoy muriendo de ensueños que no podré recordar
Me sujeta el grillete del destino.

Yo solía tener un par de alas
Fueron gloriosas en sus días
Ahora me muero de pensamientos
El alma que se nutre de mi sombra
Cayó en un sopor que no es preciso nombrar.


http://circulodepoesia.com/2014/07/nueva-poesia-colombiana-hannah-escobar/



sin más destino

sin más destino
            que tus ojos
                        que no me
                                   reflejan