jueves, 31 de marzo de 2022

Buen esqueleto - Posibilidades (Maggie Smith)


 










Buen esqueleto.

La vida es breve, aunque no se lo diga a mis hijos.
La vida es breve, y he ido acortando la mía
de mil deliciosas e insensatas maneras,
mil deliciosamente insensatas maneras
que no le fiaré a mis hijos. El mundo es al menos
cincuenta por ciento terrible, y esa estimación
es conservadora, aunque no se la fíe a mis hijos.
Por cada pájaro que vuela, hay una piedra lanzada a un pájaro.
Por cada niño amado, un niño roto, ensacado,
hundido en un lago. La vida es breve y el mundo
es al menos mitad terrible, y por cada gentil
extraño, hay uno que te rompería,
aunque no se lo diga a mis hijos. Estoy tratando
de venderles el mundo. Cualquier buen agente de bienes raíces,
mientras camina a tu lado por una pocilga, pía 
sobre un buen esqueleto: Este lugar podría ser lindo,
¿no? Tú podrías hacer que este lugar sea lindo.

Versión al español de Pedro Poitevin



Buen esqueleto 

La vida es corta, aunque no se lo digo a mis hijos. 
La vida es corta, y yo he acortado la mía
de mil maneras deliciosas y desaconsejadas, 
mil maneras deliciosamente desaconsejadas
que no les diré a mis hijos. El mundo es por lo menos 
cincuenta por ciento terrible, y ese es un cálculo 
optimista, aunque no se lo digo a mis hijos.
Por cada pájaro, hay una piedra arrojada a un pájaro. 
Por cada niño querido, un niño quebrado, embolsado, 
hundido en un lago. La vida es corta y el mundo
es mitad terrible, como mínimo, y por cada desconocido 
amable, hay otro que te dañará,
aunque no se lo digo a mis hijos. Intento
venderles el mundo. Cualquier agente inmobiliario, 
mostrándote una casa hecha mierda, elogia
el buen esqueleto: Este lugar podría ser hermoso, 
¿no? Podrías volverlo hermoso.


La traducción es de Shira Rubenstein, con Laura Wittner como asesora de castellano.




Posibilidades

La vida es corta, aunque se lo oculte a mis hijes.
La vida es corta y yo acorté la mía
de mil maneras deliciosas e imprudentes
que pienso ocultarles a mis hijes. El mundo
es una mierda al menos en un cincuenta por ciento,
y eso es un cálculo conservador, y de todos modos
se lo oculto a mis hijes. Por cada pájaro hay una pedrada
que mata a otro pájaro. Por cada hije deseade, hay otre
abusade, adentro de una bolsa, en el fondo de un lago.
La vida es corta y el mundo es por lo menos media mierda,
y por cada desconocide amable hay otre que abusaría de vos,
aunque se lo oculte a mis hijes. Estoy tratando de venderles
el mundo. Cualquier inmobiliario que se precie, cuando te muestra
una pocilga, se llena la boca hablando de las “posibilidades”del lugar.
Podría quedar hermoso, ¿no? Vos lo podrías dejar réquete hermoso.

Traducción Ezequiel Zaidenwerg




Good Bones

Life is short, though I keep this from my children.
Life is short, and I’ve shortened mine
in a thousand delicious, ill-advised ways,
a thousand deliciously ill-advised ways
I’ll keep from my children. The world is at least
fifty percent terrible, and that’s a conservative
estimate, though I keep this from my children.
For every bird there is a stone thrown at a bird.
For every loved child, a child broken, bagged,
sunk in a lake. Life is short and the world
is at least half terrible, and for every kind
stranger, there is one who would break you,
though I keep this from my children. I am trying
to sell them the world. Any decent realtor,
walking you through a real shithole, chirps on
about good bones: This place could be beautiful,
right? You could make this place beautiful.


miércoles, 30 de marzo de 2022

Ahora salgo (Joaquín Giannuzzi)


 











Me senté en la ventana
bebiendo mi café mientras el país se sacudía.
ensayé algunas meditaciones
en lugar de quebrar el decorado a balazos.
Y bien, aquello era demasiado
aún para un canalla como yo.
Quiero decir que de pronto entendí
que en esa sacudida no había nada de teatro,
y que todo iba a reventar en serio.
En la calle las caras se habían endurecido;
en los puños levantados se insinuaba
un conocimiento decisivo;
sonaron los primeros disparos
y entonces salí, me instalé en la historia.
Y era una lástima, de todos modos,
porque hubiera tenido filosofía para rato.


Las condiciones de la época, 1967.
Tomado de La poesía del cincuenta, Centro Editor de América Latina, 1981.

lunes, 28 de marzo de 2022

El alma que sufrió de ser cuerpo (César Vallejo)


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tú sufres de una glándula endocrínica, se ve,
o, quizá,
sufres de mí, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde está la tiniebla tenebrosa.
Tú das vuelta al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustándote el cuello; eso se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tú, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
y, aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de Darwin,
alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.

Y tú lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltándote a llorar.
Tú, luego, has nacido; eso
también se ve de lejos, infeliz y cállate,
y soportas la calle que te dio la suerte
y a tu ombligo interrogas: ¿dónde? ¿cómo?
 
Amigo mío, estás completamente,
hasta el pelo, en el año treinta y ocho,
nicolás o santiago, tal o cual,
estés contigo o con tu aborto o con-
migo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hércules autónomo…
Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.
 
¿Que nó? ¿Que sí, pero que nó?
¡Pobre mono!… ¡Dame la pata!… No. La mano, he dicho.
¡Salud! ¡Y sufre!
 
 
 
 Poemas humanos, Ed. Losada, tercera edición, 1982.
 
 
 
 
 

domingo, 27 de marzo de 2022

Vertical (Ruth Fainlight)













¿Quién me dijo mi lugar?
Se necesitan muchas vidas
para engendrar a un verdadero creyente,
siglos para producir
a alguien que por instinto supo
que el único movimiento posible
era hacia arriba o hacia abajo.
No existe espacio para mí
sobre la superficie de la Tierra.
Lo que es horizontal equivale al desencanto
pues sólo lo vertical está a mi alcance.
Pero me libero por el lenguaje
y escapo a través de la palabra
que no tiene dimensiones
ni ubicación precisa
ni exige lealtades,
lo cual me permite ser libre
para cualquier definición:
Judía. Mujer. Poeta.


(Traducción: Blanca Varela)



sábado, 26 de marzo de 2022

La piedad (Giuseppe Ungaretti)


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1

Soy un hombre herido.

Y me quisiera ir
Y finalmente llegar,
Piedad, donde se escucha
El hombre que está solo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exilado entre los hombres.

Pero por ellos sufro.
¿No seré digno de volver a mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿Hice pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?

Reino sobre fantasmas.

Ah hojas secas,
Alma llevada aquí y allá…

No, odio el viento y su voz
De bestia inmemorable.

Dios. ¡aquellos que te imploran
No te conocen ya más que de nombre?

Me has expulsado de la vida.

¿Me has expulsado de la muerte?

Quizás el hombre también es indigno de esperar.

¿Esta seca también la fuente del remordimiento?

Que importa el pecado,
Si ya no conduce a la pureza.

La carne recuerda apenas
Que ha sido fuerte alguna vez.

Es loca y gastada, el alma.

Dios, mira nuestra debilidad.

Queremos una certeza.

¿Ya ni siquiera ríes de nosotros?

Y compadécenos entonces, crueldad.

No puedo ya más estar amurallado
En el deseo sin amor.

Muéstranos un vestigio de justicia.

¿Cual es tu ley?

Fulmina mis pobres emociones.
Libérame de la inquietud.

Estoy cansado de gritar sin voz.

2

Melancólica carne
Donde brotó la alegría alguna vez,
Ojos entreabiertos en el cansado despertar.
¿Tu ves, alma demasiado madura,
El que seré, caído en tierra?

Está en los vivos el camino de los muertos.

Somos nosotros el torrente de sombras,

Son ellas el grano que nos estalla en sueño,

Suya es la lejanía que nos queda,

Y suya es la sombra que da peso a los nombres.

¿La esperanza de un montón de sombra
y no otra cosa es nuestra suerte?

¿Y tú Dios, sólo serás un sueño?

Al menos a un sueño, temerarios,
Queremos que te parezcas.

Es fruto de la demencia más clara.

No tiembla en nubes de ramas
Como pájaros de mañana
Al filo de los párpados.

En nosotros está y languidece, llega misteriosa.

3

La luz nos hiere
Es un filo cada vez más sutil.

¿No deslumbras tú, si no matas?

Dame esta alegría suprema.

4

El hombre, monótono universo,
Cree extender sus bienes
Y de sus manos febriles
No salen más que límites sin fin.

Unido sobre el vacío
A su hilo de araña,
No teme y no seduce
Sino el propio grito.

Repara lo gastado alzando tumbas,
Y para pensarte, Eterno,
No tiene más que las blasfemias.


De: «Sentimiento del Tiempo» – 1933
Traducción de Rodolfo Alonso.
Tomado de Antología, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, tercera edición, 1978.



            1

Soy un hombre herido.

Y quisiera irme
y arribar finalmente,
Piedad, allí donde se escucha
al hombre que está a solas consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exiliado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.
¿No seré digno de volver en mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?

Reino sobre fantasmas.

Oh, hojas secas,
alma llevada aquí y allá...

No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorial.

Dios, quienes te imploran
¿no te conocen más que de nombre?

Me has expulsado de la vida.

¿Me expulsarás de la muerte?

Quizás el hombre sea también indigno de esperar.

¿También está seca la fuente del remordimiento?

¿Qué importa el pecado,
si ya no conduce a la pureza?

La carne apenas recuerda
que alguna vez fue fuerte.

El alma está loca y gastada.

Dios, mira la debilidad nuestra.

Quisiéramos una certeza.

¿Ya ni te ríes de nosotros?

Entonces, crueldad, compadécenos.

Ya no puedo más de estar emparedado
en el deseo sin amor.

Un indicio de justicia muéstranos

Tu ley, ¿cuál es?

Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.

Estoy harto de aullar sin voz.


            2

Melancólica carne
donde otrora abundó el gozo,
entreabiertos ojos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
aquello que seré, caído en la tierra?

En los vivos está el camino de los muertos,

Somos nosotros la borrasca de sombras,
y son ellas el grano que en sueño germina,

suya es la lontananza que nos queda,

y suya es la sombra que da peso a los nombres.

¿La esperanza de un cúmulo de sombra
y nada más es nuestra suerte?

¿Y tú, Dios, serías solamente un sueño?

Temerarios, queremos al menos
un sueño que se te parezca.

Es parto de la demencia más clara.

No tiembla entre nubes de ramas
como gorriones matinales
al filo de los párpados.

En nosotros está y languidece, misteriosa llaga.


            3

Esta luz que nos punza
es un hilo cada vez más sutil.

¿Ya no deslumbras tú, cuando no matas?

Dame este gozo supremo.


            4

El hombre, monótono universo,
cree extender sus heredades
y de sus manos febriles
no brotan, sin cesar, más que límites.

Prendido sobre el vacío
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.

Recompone las ruinas erigiendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.

(1928)

Traducción de Carlos Ciro


LA PIETÀ // 1 // Sono un uomo ferito. // E me ne vorrei andare / E finalmente giungere, / Pietà, dove si ascolta / L’uomo che è solo con sé. // Non ho che superbia e bontà. // E mi sento esiliato in mezzo agli uomini. // Ma per essi sto in pena. / Non sarei degno di tornare in me? // Ho popolato di nomi il silenzio. // Ho fatto a pezzi cuore e mente / Per cadere in servitù di parole? // Regno sopra fantasmi. // O foglie secche, / Anima portata qua e là... // No, odio il vento e la sua voce / Di bestia immemorabile. // Dio, coloro che t’implorano / Non ti conoscono più che di nome? // M’hai discacciato dalla vita. // Mi discaccerai dalla morte? // Forse l’uomo è anche indegno di sperare. // Anche la fonte del rimorso è secca? // Il peccato che importa, / Se alla purezza non conduce più. // La carne si ricorda appena / Che una volta fu forte. // È folle e usata, l’anima. // Dio, guarda la nostra debolezza. // Vorremmo una certezza. // Di noi nemmeno più ridi? // E compiangici dunque, crudeltà. // Non ne posso più di stare murato / Nel desiderio senza amore. // Una traccia mostraci di giustizia. // La tua legge qual è? // Fulmina le mie povere emozioni, / Liberami dall’inquietudine. // Sono stanco di urlare senza voce. // / 2 // Malinconiosa carne / Dove una volta pullulò la gioia, / Occhi socchiusi del risveglio stanco, / Tu vedi, anima troppo matura, / Quel che sarò, caduto nella terra? // È nei vivi la strada dei defunti, // Siamo noi la fiumana d’ombre, // Sono esse il grano che ci scoppia in sogno, // Loro è la lontananza che ci resta, // E loro è l’ombra che dà peso ai nomi. // La speranza d’un mucchio d’ombra / E null’altro è la nostra sorte? // E tu non saresti che un sogno, Dio? // Almeno un sogno, temerari, / Vogliamo ti somigli. // È parto della demenza più chiara. // Non trema in nuvole di rami / Come passeri di mattina / Al filo delle palpebre. // In noi sta e langue, piaga misteriosa. // / 3 // La luce che ci punge / È un filo sempre più sottile. // Più non abbagli tu, se non uccidi? // Dammi questa gioia suprema. // / 4 // L’uomo, monotono universo, / Crede allargarsi i beni / E dalle sue mani febbrili / Non escono senza fine che limiti. // Attaccato sul vuoto / Al suo filo di ragno, / Non teme e non seduce / Se non il proprio grido. // Ripara il logorio alzando tombe, / E per pensarti, Eterno, / Non ha che le bestemmie. /


La traducción de Carlos Ciro y el original fueron tomados de:
https://erranciasdesombra.blogspot.com/2015/06/la-piedad-giuseppe-ungaretti-1928.html

jueves, 24 de marzo de 2022

Walking around (Pablo Neruda)

 





















Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a  un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias. 


Residencia en la tierra 2, 1931-1935, Ed. Losada, séptima edición, Buenos Aires, 1979.

miércoles, 23 de marzo de 2022

Marche un poema al mostrador (César Fernández Moreno)


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viejo si me vieras ahora
estoy parado contra el mostrador
mis pantorrillas tensas me soportan
un rato cada una

vos te hubieras sentado en una mesa
tus hombros los hubiera soportado un respaldo
hubieras perdido tu mirada en la vereda de enfrente
qué fabulosa lejanía

yo he venido a quedar un poco más arriba
veo un poco más cerca
alcanzo a leer las letras de la vidriera
al revés

pero es lo mismo
la misma breve lucha con el paquetito de azúcar
el mismo sabor aceitoso del café suburbano

cambio propina por comentario sobre lluvia inminente
saco mi libretita con disimulo
para escribir este primer poema
al mostrador

pero el patrón me enciende una luz
solícitamente
y lo escribimos a medias
entre mi mano y su mirada
 
 
De Los aeropuertos, 1967.
Tomado de La poesía del cincuenta, Selección de Daniel Freidemberg, Centro Editor de América Latina, 1981.

Palabras (Baldomero Fernández Moreno)



 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me borré el doctor
hace mucho tiempo.

Borré la inicial
de mi nombre feo.

No quiero ser nada
ni malo ni bueno.

Un pájaro pardo
perdido en el viento.
 
 
 

martes, 22 de marzo de 2022

Salmo 43 (Ernesto Cardenal)


 









Con nuestros oídos lo oímos
nuestros padres nos contaron la historia
lo que tú hiciste con ellos
          en los tiempos antiguos
Tú diste victorias a Israel
porque no confiamos en nuestros armamentos
y los tanques no nos dieron la victoria.

Pero ahora nos has abandonado.
Has fortalecido sus sistemas de gobierno
has apoyado su régimen y su Partido.
Somos los desplazados
somos los refugiados que no tienen papeles
los confinados en los campos de concentración
condenados a trabajos forzados
condenados a las cámaras de gas
quemados en los crematorios
      y sus cenizas dispersadas.
Somos tu pueblo de Auschwitz
de Buchenwald
             de Belsen
de Dachau
Con nuestra piel hicieron pantallas de lámpara
y con nuestra grasa han hecho jabón.
Como ovejas al matadero
hiciste que nos llevaran a las cámaras de gas.
Nos hiciste deportar
Pusiste en baratillo a tu pueblo
                y no había comprador.
Íbamos como ganado
                                    hacinados en los vagones
a los campos alumbrados con reflectores y rodeados de alambradas
hacinados en los camiones a las cámaras de gas
donde entrábamos desnudos
           y allí cerraban las puertas y apagaban las luces
    Y NOS CUBRISTE DE SOMBRAS DE MUERTE.
No quedaron de nosotros sino montones de vestidos
montones de juguetes
   y montones de zapatos.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y lo hubiéramos cambiado por otros Líderes
¿tú lo sabrías?
¿Tú que no necesitas de Servicio Secreto
porque conoces los secretos del corazón?
Todos los días nos pasaban lista
para oír los nombres de los que llevaban a los hornos.
Nos entregaban a la muerte todo el día
como ovejas destinadas al matadero.
Nos pusiste desnudos delante de los lanzallamas.
A tu pueblo lo han borrado del mapa
           y ya no está en la Geografía.
Andamos sin pasaporte de país en país
sin papeles de identificación.

Y tú eres ahora un Dios clandestino.
¿Por qué escondes tu rostro
olvidado de nuestra persecución y de nuestra opresión?
¡Despierta
y ayúdanos!
Por tu propio prestigio!



Tomado de Antología, Colección Nueva Nicaragua, Ed. Nueva América, Buenos Aires, 1986.

lunes, 21 de marzo de 2022

Bajo la lluvia ajena (Notas al pie de una derrota) XXV (Juan Gelman)


 











  Europa fue la cuna del capitalismo y al niño ese, en la cuna, lo alimentaron con oro y plata del Perú, de México, Bolivia. Millones de americanos tuvieron que morir para engordar al niño, que creció vigoroso, desarrolló lenguas, artes, ciencias, modos de amar y de vivir, más dimensiones de lo humano.
  ¿Quién dijo que la cultura no tiene olor?
  Paso por Roma, por París, bellísimas. En vía del Corso y Bulmish huelo de pronto a taino devorado por perros andaluces, a orejas de ona mutilado, a azteca deshaciéndose en el lago de Tenochtitlán, a inquita roto en Potosí, a querandí, araucano, congo, carabalí, esclavizados, masacrados.
  No olés a viejo, Europa.
  Olés a doble humanidad, la que asesina, la que es asesinada.
  Pasaron siglos y la belleza de los vencidos pudre tu frente todavía.
 
                              
                                                                                         roma/ 14-9-80


Tomado de Interupciones II, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1986.

martes, 15 de marzo de 2022

El herido (Miguel Hernández)

 


















                        Para el muro de un hospital de sangre

I

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.


El hombre acecha, 1938-1939.

Tomado de Cancionero y romancero de ausencia, Ed. Losada, 5a edición, 1978.

martes, 1 de marzo de 2022

Un hombre y su sombra (Nanne Timmer)


 












 

                                                  Para G.I.

 
A su clase se puede entrar con pistola, con ganas
de suicidio o enseñando las piernas. Todo eso, poco es.
A su clase se puede entrar con pucho, vino malo o
peste a noche anterior. Todo eso, lo mismo da.
Aun si fuera con mugre en los pies descalzos y las manos
sucias, comiendo frutabomba. No que eso pase en los países
de las universidades asillonadas. Pero poder, se podría, eso sí.
El profe se lo permite todo al estudiante, menos
que no sepa volar. Regla número uno en clase del hombre
de la sombra. Allí va él, en busca de la Ciudad Oculta,
los laberintos de los mataderos de las salas del Witte Singel,
que demasiado blancas aparentan ser.
Weniger Licht! Exclama, quiere ver, y así flirtea
con su propia sombra. Su sombra se ríe de él, y él
se ríe de su sombra. No que esto le sea angustioso,
en el fondo se lo pasa bien. Y cuando uno
menos se lo espera, tirachinea a los que le rodean
en plena luz. Nada de otro mundo: un pequeño gesto
de agresión contra lo intangible e inocente.
Así dos pájaros de un tiro: matar el aburrimiento con juego de tirachinas,
y lanzar el aullido como anuncio del apocalipsis. Le ronca la luz, le ronca.
Le ronca el día y la peca ingenua, le ronca.
A lo lejos se le sale un viejo anhelo a comunidad perdida,
llama, grita, llama otra vez. Busca
una mirada conjunta,
una voz hermana,
una desde abajo,
desde la noche que se cree la más oscura.
Sin mucha esperanza prueba a ver si hay respuesta.
Silencio, y después
se queda solo, confirmado
en sus ideas del statu quo del apocalipsis que ya fue.
Nada nuevo: relamiéndose los jugos de la carne, masticando
huesos y escupiendo dientes, el profesor perro del desierto.
Pero hay días en que ocurre distinto: en que luz y sombra
se ponen de acuerdo para dejar ver, dejar hablar, dejar entender.
Cuando uno ve la sombra de la luz a la luz de la sombra.
Le ronca la amistad, dice, y se ríe. La inevitable y generosa compañía
de los solitarios perros del desierto, aunque al profesor le ronque.
Un acontecimiento que uno sólo puede ver a la luz de la noche,
como si de un soneto del acantilado se tratase: la amistad.