miércoles, 24 de febrero de 2021

Mientras estuvo embarazada de mí (Mercedes Álvarez)


Mientras estuvo embarazada de mí
mi madre nunca vomitó en las mañanas
no sé si atribuirlo a su inconsciente o más bien
a un hígado privilegiado.
Sin estar embarazada yo, por el contrario,
vomito puntualmente. Cada semana
se me atraganta el picante o el ají
la manzana, la carne.
La presión baja me lleva al suelo
donde se cuece
un ecosistema de insectos
(un día, una araña me picó en medio de un desmayo
otra vez los mosquitos me deformaron los ojos).
Las tuberías suelen recibir lo que no digiero
el estómago vacía alegremente
su contenido sobre el agua.
Casi nunca la salud está de mi lado
-debo decirlo-, pero de vez en cuando
el cuerpo me da un respiro
entonces salgo al balcón
miro la abeja que trasiega
en mi maceta en un día de sol
miro la flor que se abre certera al paso de las horas.
Mi madre llama por teléfono y me habla
de la crisis psicosomática y el dolor físico
pero para mí
la naturaleza es un misterio
que riega el cuerpo mientras se esparcen los días.


viernes, 19 de febrero de 2021

Búsqueda de la poesía (Carlos Drummond de Andrade)

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y cómodo cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de goce o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
No me reveles tus sentimientos,
que sacan partido del equívoco e intentan el camino más largo.
Lo que pensás y sentís, eso todavía no es poesía.

No le cantes a tu ciudad, dejala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es música oída al pasar; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, la lluvia y la noche, el cansancio y la esperanza no significan nada.
La poesía (no les arranques poesía a las cosas)
se escapa del sujeto y del objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te fastidies.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
sus mazurcas y supersticiones, sus esqueletos familiares
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inútil.

No reconstruyas
tu infancia sepultada y melancólica.
No osciles entre el espejo y la
memoria que se disipa.
Lo que se disipó, no era poesía.
Lo que se quebró, no era cristal.

Penetrá sordamente en el reino de las palabras.
Ahí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Ahí están, solos, mudos, en estado de diccionario.
Conviví con tus poemas, antes de escribirlos.
Tené paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Esperá que cada uno se realice y se consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No levantes del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Aceptalo,
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

Vení un poco más cerca y contemplá las palabras.
Cada una tiene mil caras secretas bajo la cara neutra
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Mirá:
despobladas de melodía y concepto,
ellas se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
van por un río difícil y se transforman en desprecio.


Traducción: Ezequiel Zaidenwewerg



No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los accidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu careta de gozo o de dolor en la oscuridad 
son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que prevalecen sobre el equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso todavía no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es música oída al pasar; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.

La poesía (no saques poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques.
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas e ilusiones, vuestros esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inservible.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Si se disipó, no era poesía.
Si se quebró, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Están allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consume
con su poder de palabra 
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concentrada 
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil rostros secretos bajo el rostro neutro
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le dieras:
¿Trajiste la llave?

Fíjate:
huérfanas de melodía y de concepto,
ellas se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.


Traducción: Rodolfo Alonso.
Tomado de Mudo grande y otros poemas, Centro Editor de América Latina, 1987.



A Procura da Poesia

Não faças versos sobre acontecimentos.
Não há criação nem morte perante a poesia.
Diante dela, a vida é um sol estático,
não aquece nem ilumina.
As afinidades, os aniversários, os incidentes pessoais não contam.
Não faças poesia com o corpo,
esse excelente, completo e confortável corpo, tão infenso à efusão lírica.

Tua gota de bile, tua careta de gozo ou de dor no escuro
são indiferentes.
Nem me reveles teus sentimentos,
que se prevalecem do equívoco e tentam a longa viagem.
O que pensas e sentes, isso ainda não é poesia.

Não cantes tua cidade, deixa-a em paz.
O canto não é o movimento das máquinas nem o segredo das casas.
Não é música ouvida de passagem, rumor do mar nas ruas
junto à linha de espuma.

O canto não é a natureza
nem os homens em sociedade.
Para ele, chuva e noite, fadiga e esperança nada significam.
A poesia (não tires poesia das coisas)
elide sujeito e objeto.

Não dramatizes, não invoques,
não indagues. Não percas tempo em mentir.
Não te aborreças.
Teu iate de marfim, teu sapato de diamante,
vossas mazurcas e abusões, vossos esqueletos de família
desaparecem na curva do tempo, é algo imprestável.

Não recomponhas
tua sepultada e merencória infância.
Não osciles entre o espelho e a
memória em dissipação.
Que se dissipou, não era poesia.
Que se partiu, cristal não era.

Penetra surdamente no reino das palavras.
Lá estão os poemas que esperam ser escritos.
Estão paralisados, mas não há desespero,
há calma e frescura na superfície intata.
Ei-los sós e mudos, em estado de dicionário.
Convive com teus poemas, antes de escrevê-los.
Tem paciência se obscuros. Calma, se te provocam.
Espera que cada um se realize e consume
com seu poder de palavra
e seu poder de silêncio.
Não forces o poema a desprender-se do limbo.
Não colhas no chão o poema que se perdeu.
Não adules o poema. Aceita-o
como ele aceitará sua forma definitiva e concentrada
no espaço.

Chega mais perto e contempla as palavras.
Cada uma
tem mil faces secretas sob a face neutra
e te pergunta, sem interesse pela resposta,
pobre ou terrível, que lhe deres:
Trouxeste a chave?

Repara:
ermas de melodia e conceito
elas se refugiaram na noite, as palavras.
Ainda húmidas e impregnadas de sono,
rolam num rio difícil e se transformam em desprezo.


martes, 16 de febrero de 2021

Quinta Hilda (María Ruiz García)

Provoca quitarse un brazo, una teta, una oreja, un pulmón y ponerlos encima de la mesa, en el piso, al lado del microondas, colgados de una pared. Que hagan juego, que se mimeticen con la ambientación de trozos, de partes, de restos.

Provoca desarmarse y esparcirse para no
desentonar, con tanta vida por dentro y por delante, con tanto sístole y diástole, con tanto ruido espantoso en una casa tan vacía y llena de eco.

Porque lo demás son fantasmas: sábanas blancas con huequitos negros a la altura de los ojos que deambulan y, a veces, lavan los platos y compran tortas tres leches.

En el sofá un cadáver de padre. En la maleta un cadáver de madre. En la tierra del estacionamiento tres metros de cadáveres de bichos peludos. En la puerta, un cadáver de hermano que llega siempre y que tampoco se termina de ir.

Estamos de pasada. Nos metemos un trozo de pared blanca con filtraciones en un bolsillo y una bola de pelos debajo de la lengua para que, estando lejos, dure un poco más el sabor amargo y el tacto irregular de lo permanente.

Provoca desenredarse las venas, abrir el grifo que las contiene y derramar toda la sangre fétida que nos une: derramarla escaleras abajo, provocar una ola roja y ferrosa gigantesca que baje desde el segundo piso, que inunde la cocina y la sala hasta que se salga todo por las ventanas y chorree hasta el patio: que se desinfecte todo, que se le caiga el polvo acumulado de años a los muebles, que se mojen las sábanas y se deshagan.

Que no quede nada en pie. Que se vacíe este depósito de ruinas y que todos los escombros se vayan por el desagüe.



lunes, 8 de febrero de 2021

Manos juntas (Carlos Drummond de Andrade)




No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy prendido a la vida y miro a mis compañeros.

Están taciturnos pero nutren grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos de manos juntas.

No seré el cantor de una mujer, de una historia,
no diré los suspiros al anochecer, el paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres presentes,
la vida presente.


Traducción: Rodolfo Alonso.
Tomado de Mundos grandes y otros poemas, Centro Editor de América Latina, 1987.
Ilustración: Gerson Vieira 


martes, 2 de febrero de 2021

Hijos de la época (Wislawa Szymborska)

Somos hijos de la época,
la época es política.

Todos tus asuntos, los nuestros, los vuestros;
asuntos diurnos, asuntos nocturnos,
son asuntos políticos.

Quieras o no quieras,
tus genes tienen un pasado político;
la piel, un matiz político;
los ojos, un aspecto político.

Lo que dices, así suena,
lo que callas, también suena,
de cualquier forma, político.

Caminando por el bosque, por la selva,
son políticos tus pasos
sobre un fundamento político.
Los poemas apolíticos son políticos también,
y arriba brilla la Luna,
un objeto no lunático.
Ser o no ser, ésa es la cuestión,
Qué pregunta, contéstame, cariño.
Una pregunta política.
No es necesario siquiera que seas humano
para cobrar importancia política.
Es suficiente con que seas petróleo,
forraje o madera reciclada.

O una mesa de debates sobre cuya forma
se ha discutido varios meses:
¿dónde negociaremos sobre la vida y la muerte?
¿en una mesa redonda o en una cuadrada?

Mientras tanto, ha muerto gente,
han muerto animales,
han ardido casas,
y se han perdido campos de cultivo,
como en los tiempos antiguos
y menos políticos.