sábado, 30 de julio de 2022

fue whisky malo (sergio beleiro)

fue whisky malo
apagaste la pantalla
dejaste sin luz la sala
ya no recordás ni un poco
los malos dibujos técnicos 
que hiciste a mano alzada
ni para qué / ni cuántas
veces se corrió la tinta en un plano
también hiciste otros desastres
y nadas varias en cuestiones con palabras

podrías poner algo
de música o encender la radio
y escuchar a algunas personas
que hablan por hablar eternamente
frente a oscuros micrófonos cansados

pero no es el momento
       ¿otro trago?

y después moverte despacio y con cuidado
con un vaso de agua en la mano
hasta llegar junto a la cama a salvo

con el agua en la mesita desplomarte
sobre el colchón / qué mañana será otro día/ 
hay quien dice / tal vez / acaso

lunes, 25 de julio de 2022

Náufrago (Alfonso Vila Francés)


 







No importan las mentiras.
Importan las verdades que no dijiste.
Y las verdades a destiempo.
No importan las mentiras.
Las mentiras desencadenan tormentas,
pero éstas no van a hundir tu balsa.
Importa el rumbo que no tomaste.
Importan las corrientes que te arrastran.

No importan las mentiras.
Importan las verdades impuestas.
Las verdades que tú no quisiste escuchar.
Una mentira repetida mil veces
se convierte siempre en una verdad, dijo el verdugo.
Y tú que lo sabías, que ya lo sabías,
sonreíste,
y no quisiste ni quemar tu último cartucho:
suplicar una muerte rápida.

viernes, 22 de julio de 2022

Helados (Sergio Beleiro)

 

     La chica lo atendió muy rápido.

     - ¿Qué va a llevar?- le dijo sonriendo.

     - Medio.

     Ella fue hacia la pared que quedaba a sus espaldas donde debajo del cartel de los gustos y los precios se encontraban los recipientes de plástico y telgopor junto a los cucuruchos.

     Volvió con uno de telgopor y le preguntó cuántos gustos.

     - Tres. Dame chocolate con almendras, dulce de leche granizado y tramontana. No. Tramontana no. Poné bananita dolca.

     - Chocolate con almendras, dulce granizado y bananita.

     - Sí. Perfecto.

     Era una morocha bonita y atendía como si le gustara el trabajo que hacía.

     No había nadie más en la heladería, ni clientes ni otros empleados. Tampoco estaba el dueño que lo había atendido alguna que otra vez. Sería temprano todavía.

     Una vez cargado el pote la chica le preguntó: - ¿Salsa?

     - Caramelo.

     Se tuvo que esforzar, agitar y apretar el pomo del caramelo varias veces.

     - ¿Cucharitas?

     - No, gracias.

     Ella tapó el pote, lo metió en una bolsita, le dijo el precio y le cobró.

     -Gracias por el cambio.

     -No hay de qué.

     Camino a casa pensó que el helado era un lujo que no podía darse seguido y que con el medio kilo tenía para tres o cuatro noches. El helado de ahí era muy rico y la chica nueva le pareció muy bien.

 

     Volvió la semana siguiente, casi a la misma hora, pero había más gente. La morocha estaba atendiendo y también el dueño. Le tocó el jefe.

      -¿Qué va a llevar?

      - Medio.

     Cuando iba en busca del tarro de telgopor ya le pidió, dulce granizado, chocolate con almendras y, esta vez sí, tramontana.

     No hubo repregunta y esperó que el jefe no se equivocara. Era un hombre de unos cuarenta años y daba impresión de pulcritud. La chica no llegaría a los veinte.

     - ¿Ponemos salsa?

     - No, gracias.

     - ¿Cucharitas?

     - Tampoco.

     El hombre le dijo el precio, pagó y después de recibir el vuelto salió sin dejar de mirar otra vez a la empleada que seguía atendiendo con sus buenos modos.

     Le gustaban esos helados y además no eran muy caros. Podía darse el lujo un par de veces por mes. Se estaba convirtiendo en un hombre grande sin demasiadas pretensiones y ya calculaba cuánto le faltaba para la magra jubilación que recibiría. Para seguir con los helados tendría que changuear un poco cuando llegara el momento de no trabajar más.

 

     La siguiente vez volvió a encontrar a la chica sola.

     De nuevo con una sonrisa le preguntó qué llevaría y optó por tramontana, chocolate y dulce de leche.

     Mientras la empleada cargaba el helado él escuchó a sus espaldas "buenas tardes", giró la cabeza y era el dueño. Respondió al saludo y la chica también. El jefe entró levantando una parte del mostrador preparada para eso y cuando la chica se acercaba al lugar donde tenía las salsas, detrás del mostrador, justo frente al lugar donde esperaba su pedido, el dueño llegó hasta ella, muy cerca, se miraron cara a cara y le dio un pico en los labios. Después siguió su camino al cuartito al fondo del local y ella siguió con su tarea.

     - ¿Salsa?

     - No, no.

     - ¿Cucharitas?

     - Tampoco.

     Hoy llevaba la plata justa para pagar. No tuvo que esperar el vuelto.

     Salió con la bolsita rumbo a su casa.





viernes, 15 de julio de 2022

Cíclico (Sara Zapata)










Hay tristezas y soledades acumuladas
como nieve en las cumbres.
A veces se derriten y el río se las lleva.
Entonces sonreímos
pensando que ganamos la batalla,
pero ya saben lo que ocurre con el agua.
Una mañana despiertas
y te encuentras todo como estaba,
como antes del deshielo,
como antes de creer torpemente
en el calor de tus posibilidades.



 

martes, 12 de julio de 2022

Profesora de lengua y literatura - Ex (Rosella di Paolo)












                    Sepan que estoy viviendo, nubes,
                    sepan que canto
                    Javier Sologuren

Nunca más pararme frente a la pizarra —ecce femina—
con un cucharón
para meter en los platos vacíos de sus cabezas
el engrudo homérico, la berenjena eglógica
el acento esdrújulo y miserable, ni más
tizas de colores, salsas de tomate,
para abrirles las bocas
ojalá el entendimiento.
Ya no la tarjeta en la tostadora horaria
saltando con su tardanza al rojo vivo
ni exámenes para probar cuánto resisten
mis nalgas en el pupitre y cuántas tildes
puede gotear un cárdeno Faber Castell 031.
Se acabó la clase, la ilusión de mango,
todos al recreo, yo al recreo (pero sin vuelta)
al recreo de desclavarme de la pizarra
y saltar por la escalera al fin resucitada.
Último día, las rejas se levantan,
y en este valle ameno
nubes, sepan que canto
sepan que canto, bestias.


lunes, 11 de julio de 2022

Extraño las rondas alrededor de las habitaciones (Patricia Alba)

 






















EXTRAÑO LAS RONDAS ALREDEDOR DE LAS HABITACIONES 
La caza de los cuerpos
Los juegos que el tiempo nos fue quitando. 
La quietud no es buena, la carne se rebela 
Los poros a la hora del limite se dilatan
Mi mente se acelera cada vez más 
Nada recuerda el primer pensamiento 
Este paso continuo.
Indescriptible estoy en medio de la cama 
No llegan hasta aquí tus ganas ni las mías 
Mi mano es floja para llamarte
Para calmar esta humedad
Para secarla.
Abrazo la almohada y la fijo entre mis piernas. 
Absurdo tratar de inventarte sin recordar tu rostro
Tu voz es mi voz un poco más ronca y nada más 
Imagino las palabras que me dices, las imito
La soledad nos rodea y por primera vez 
Somos una sola persona en este difícil goce. 
El tiempo es lento y el pensamiento acelerado 
-dura medio segundo esta movilidad-
El tiempo es lento
Y en pleno centro de la quietud, el espacio 
Se va haciendo de una luz espesa.

Aún son pocos los nidos perceptibles 
En este sopor que no termina.


O un cuchillo esperándome, Colección Astrolabio, Seglusa Editores y Editorial Colmillo Blanco, Lima, Perú, 1988.

domingo, 10 de julio de 2022

La pregunta (W. H. Auden)


 











Todos creemos
que nacimos de una virgen
(¿pues quién puede imaginarse

a sus padres copulando?)
y se sabe de casos
de vírgenes preñadas.

Pero la pregunta persiste:
¿de dónde sacó Cristo
el cromosoma que faltaba?


Traducción de  Guillermo Sheridan.
Tomado de


The question
All of us believe / we were born of a virgin / (for who can imagine // his parents copulating?), / and cases are known / of pregnant Virgins. //  But the Question remains: / from where did Christ get / that extra chromosome?

jueves, 7 de julio de 2022

Anécdota bulgara (Carlos Drummond de Andrade)










Había una vez un zar naturalista
que cazaba hombres.
Cuando le dijeron que también se cazan
mariposas y golondrinas,
quedó muy espantado
y le pareció una barbaridad.


Traducción de Rodolfo Alonso.

Llegar a salvo (Laura Yasan)


 











hay que saber llegar hasta la orilla sin mojarse los pies
cruzar una ciudad en donde el agua es negra
y negra es la saliva de los perros
y negro el semen que descargan los ángeles
en las sábanas sucias de los partos
hay que hundir la cabeza con los ojos abiertos
negociar el ardor
forzar al corazón su máquina de aceite
y resistirlo a flote una noche completa
hay que entregar el cuerpo a la corriente
fijar la convicción
                                  nadie vendrá para salvarme
no soltar la palabra que dispare el alud de un espejismo
                                  nadie
vendrá para salvarme
tragar si es necesario
la sal que se desprende generosa de tu propio temor
sentirte el muelle de un puerto abandonado
una vieja estructura que el tiempo embiste sin control
hay que saber quedarse y aguantar
saber que no vendrá
                                   para salvarme
nadie



De Tracción a sangre, Editorial La Bohemia, 2004.

miércoles, 6 de julio de 2022

guardando muertos (sergio beleiro)


entonces 
un momento después de algo
o acaso un segundo antes
me di cuenta o creí
que estaba guardando muertos
-con vocación de patólogo
con estudios de mecánico
sin ningún estudio
y vanos intentos de saber algo
con voluntad de vago
o de tipo silencioso y aburrido-
que estaba guardando palabras asesinadas
en papeles que sólo son mortajas
y al final de la noche
-de esa o de alguna otra
en que no habría nada que observar cortar medir
como si la nula voluntad me apuntara 
con sus mil dedos índices y la mirada fija
de sus perpetuos ojos acusadores-
primer asesinado de ese grupo de signos
-palabras nomás-
me volvería a sentar
sobre otra pila de papeles 
a seguir mirando a otra parte
a contemplar el estúpido 
paso de mi tiempo

viernes, 1 de julio de 2022

El desconocido (Jacques Baron)


 



















Él decía Mis labios son racimos monstruosos
panteras que cantan
más dulces que los pájaros tan dulces de la colina
y los toros sangrantes de las grandes nubes oscuras
Él decía
Yo llevo en mi pecho
olas inmensas y ásperas
en medio de las flores tan bellas de los días solemnes
Llamaba María
a una pequeña que llevaba legumbres
Él decía, él decía además
Yo soy una amapola
que despierta por la mañana el azul pálido de las bestias

Jacques Baron en L'Allure poétique (1924), incluido en Antología de la poesía surrealista de lengua francesa (Fabril Editora, Buenos Aires, 1961, selec. y trad. de Aldo Pellegrini).








Cetrería (Ana Emilia Lahitte)


 











Liebre, venado, faisán.

No me atrae la caza ni me gusta alinear la carne roja en bandejas de plata.

Pero el halcón acaba de traerme tus ojos.

Amo la cetrería.

Mañana ha de traerme tu mirada.



https://blogpoemas.com/cetreria/