miércoles, 30 de diciembre de 2020

miércoles, 23 de diciembre de 2020

El señor Descartes (Leonardo Sinisgalli)

Hace mucho, el señor Descartes
estaba retirado en Holanda,
cuando leyó el opúsculo de Pascal
sobre las cónicas. No podía creer
que el autor fuese un muchacho
de 16 años. Y se dirigió
al padre de aquel, el señor Esteban,
buen algebrista, para agradecerle
y por haber puesto algunas luces
en aquella cabeza melancólica.


Versión: Jorge Aulicino.


Il signor Descartes
da un tempo si era ritirato in Olanda
quando lesse l'opuscolo di Pascal
sulle coniche. Non volle credere
che l'autore fosse un ragazzo
di 16 anni. E si rivolse
al padre di lui, il signor Stefano
buon algebrista, per ringraziarlo
e per avere qualche lume
su quella testa malinconica.



https://campodemaniobras.blogspot.com/2020/08/leonardo-sinisgalli-tres-poemas.html

domingo, 20 de diciembre de 2020

A la que pasa (Charles Baudelaire)

A LA QUE PASA.

La avenida estridente en torno de mí aullaba.
Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa,
Pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa
Casi apartó las puntas del velo que llevaba.

Ágil y ennoblecida por sus piernas de diosa,
Me hizo beber crispado, en un gesto demente,
En sus ojos el cielo y el huracán latente;
El dulzor que fascina y el placer que destroza.

Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza,
Por tu brusca mirada me siento renacido.
¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido?

¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza.
Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías.
Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías.


Traducción: Ulyses Petit de Murat.


À UNE PASSANTE.

La rue assourdissante autour de moi hurlait.
Longue, mince, en grand deuil, douleur majestueuse,
Une femme passa, d'une main fastueuse
Soulevant, balançant le feston et l'ourlet;

Agile et noble, avec sa jambe de statue.
Moi, je buvais, crispé comme un extravagant,
Dans son oeil, ciel livide où germe l'ouragan,
La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.

Un éclair... puis la nuit! - Fugitive beauté
Dont le regard m'a fait soudainement renaître,
Ne te verrai-je plus que dans l'éternité?

Ailleurs, bien loin d'ici! trop tard! jamais peut-être!
Car j'ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais,
Ô toi que j'eusse aimée, ô toi qui le savais!





lunes, 14 de diciembre de 2020

Hombre muerto (Sergio Beleiro)

 

Aparenta que está vivo. Pero es hombre muerto.

Está sentado en el banco de la plaza cuando la mañana se aproxima con nubes de lluvia, con aires de tormenta.

Aparenta que está vivo por la posición y porque la campera ahora no deja ver la sangre en la remera y no hay nadie para verla debajo de su asiento.

Es como que no quiso resignarse y al no poder estar parado no quiso dejarse caer y terminar horizontal y desordenado sobre el pedregullo y el polvo que en un rato estará mojado por la lluvia que disolverá en parte su sangre.

Logró sentarse y cerrar un poco la campera.

No, no quiso resignarse pero se dio cuenta de que no tenía escapatoria.

Se le iba la vida y no podía hablar como cuando lo acuchillaron no atinó a gritar o no pudo y tuvo que limitarse a un ¡ay! mordido y corto que nadie pudo escuchar, ni sus asesinos.

Ellos se fueron y nadie llegó todavía.

Sin celular, dinero ni documentos, espera lo inevitable; tiene los ojos cerrados y casi no respira.

No tiene a nadie y no piensa en nadie más. Piensa en que se va.

No quiere ver sus manos, que la muerte deja caer, ni su pecho que ya no volverá a hincharse.

Las primeras gotas de lluvia caen, un trueno agita la plaza y los árboles se revuelven en un remolino ante el soplo inusual del viento.

La tormenta fuerte, al abalanzarse sobre el parque, lo encuentra muerto.

Tardará todavía un tiempo para que la lluvia amaine, la mañana crezca y alguien vea la figura en el banco y le parezca raro ese señor mojado e inmóvil que parece muerto.

El muerto no aparenta nada y la herida en su cuerpo dirá claramente en la autopsia que no fue suicidio sino asesinato.

Cosas de la vida…

Siempre habrá un cadáver.





sábado, 12 de diciembre de 2020

Vida después de la muerte (Joan Larkin)










Soy más vieja que mi padre cuando se volvió
de oro y dejó su cuerpo con el hígado usado
en el Hospital Faulkner de Jamaica Plain. Yo no creo
en la vida después de la muerte, no sé dónde estará
su carne ahora que terminó de pudrirse sobre sus huesos
largos en el cementerio judío —debe ser el único
converso abajo de esas filas y filas de lápidas.
Una vez, mientras lavaba los platos en una cocina angosta
lo oí silbándome detrás. Se me heló la nuca.
Desde esa vez nunca me volvió a pasar algo así. Pero esta mañana
íbamos juntos en un avión a Virginia. Yo tenía 17,
estaba embarazada y con miedo. Me esperaba un aborto,
la cama de huéspedes de mi tía empapada de sangre, mi madre
gritaba — y él decía que los chicos se meten en problemas—
ahora lo estoy entendiendo: eso era el perdón.
Creo que si hubiera vivido habría cambiado y crecido
pero qué hubiese hecho con mi aluvión de palabras
después de que, mientras el avión aterrizaba en
Richmond a plena luz del día y la azafata caminaba
entre las filas de asientos con su pollera impecable
y la blusa metida adentro, me dijo en voz baja
Nunca le cuentes esto a nadie.

Traducción de Sandra Toro.



Afterlife

I’m older than my father when he turned
bright gold and left his body with its used-up liver
in the Faulkner Hospital, Jamaica Plain.  I don’t 
believe in the afterlife, don’t know where he is 
now his flesh has finished rotting from his long 
bones in the Jewish Cemetery—he could be the only 
convert under those rows and rows of headstones.  
Once, washing dishes in a narrow kitchen 
I heard him whistling behind me.  My nape froze.  
Nothing like this has happened since.  But this morning 
we were on a plane to Virginia together.  I was 17, 
pregnant and scared.  Abortion was waiting, 
my aunt’s guest bed soaked with blood, my mother 
screaming—and he was saying Kids get into trouble—  
I’m getting it now: this was forgiveness.
I think if he’d lived he’d have changed and grown
but what would he have made of my flood of words
after he’d said in a low voice as the plane
descended to Richmond in clean daylight
and the stewardess walked between the rows
in her neat skirt and tucked-in blouse
Don’t ever tell this to anyone.


miércoles, 9 de diciembre de 2020

El cenicero (Juan Leyva)

Hoy he hablado con un cenicero vacío
estaba realmente triste
Me ha contado su vida, su pasado
cuando estaba lleno de colillas y carmín
de los primeros cigarros del día
del humo locuaz de sobremesa
de las lecturas en tardes de silencio
y noches de insomnio tras un polvo raro.

Me ha contado su depresión de cristal,
que ya no trabaja en lo que estaba preparado
(como muchos hoy en día)
la inutilidad de sentirse un objeto mal tratado.
Alberga la esperanza de que un día haya una fiesta
y vuelva a llenarse la piscina de ceniza
mientras los filtros se ahogan por aplastamiento.

Le he dicho que no fumo,
me ha pedido que no le exilie a una estantería
y que no le vuelva a echar el repugnante papel
de los caramelos de menta.







 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

El poema de la puente - El poema del puente (Donna Kate Rushin)

EL POEMA DE LA PUENTE

Estoy harta
enferma de ver y tocar
ambos lados de las cosas
enferma de ser la condenada puente de todos.

Nadie
se puede hablar
sin mi
¿No es cierto?

Explico mi madre a mi padre
mi padre a mi hermanita
mi hermanita a mi hermano
mi hermano a las feministas blancas
las feministas blancas a la gente de la iglesia Negra
la gente de la iglesia Negra a los ex – jipis
los ex – jipis a los separatistas Negros
los separatistas Negros a los padres de mis amigos.

Después
tengo que explicarme a mí misma
a todos.

Hago más traducciones
que las malditas Naciones Unidas.

Olvídense
me enferman.

Estoy enferma de llenar sus huecos.

Enferma de ser su seguro contra
el aislamiento de sus autoimpuestas limitaciones
Enferma de ser la loca de sus cenas festivas
Enferma de ser la rara de sus meriendas de domingo
Enferma de ser la única amiga Negra de 34 individuos blancos.

Encuéntrense otra conexión con el resto del mundo
Encuéntrense otra cosa que los legitime
Encuéntrense otra manera de ser políticas y estar a la moda.

No seré su puente a su femineidad
su masculinidad 
su humani- dad.

Estoy enferma de recordarles que no
se ensimismen tanto por mucho tiempo.

Estoy enferma de mediar sus peores cualidades
de parte de sus mejores.

Estoy enferma 
de  recordarles
que respiren
antes de que se asfixien
con sus propias tarugadas.

Olvídense
crezcan o ahóguense
evolucionen o muéranse. 

La puente que tengo que ser
es la puente a mi propio poder
Tengo que traducir
mis propios temores
Mediar
mis propias debilidades.

Tengo que ser la puente a ningún lado
más que a mi verdadero ser.

Y después
seré útil.

Traducción: Ana Castillo y Norma Alarcón.




EL POEMA DEL PUENTE

Estoy cansada
Estoy harta de ver y de tocar
los dos lados de las cosas
Harta de ser el puto puente para todo el mundo

Nadie
puede hablar con nadie
sin mi ayuda ¿no?

Le explico mi mamá a mi papá mi papá a mi hermanita
mi hermanita a mi hermano mi hermano a las feministas blancas
las feministas blancas a la gente negra de la iglesia la gente negra de la iglesia
a los ex hippies los ex hippies a los separatistas negros los
separatistas negros a los artistas los artistas a los padres de mis amigos

Después me tengo que explicar a mí misma
a todo el mundo

Traduzco más
que las putas Naciones Unidas

Déjenme de joder
Estoy harta

Estoy harta de llenarles los espacios en blanco

Harta de ser su seguro contra
el aislamiento de las limitaciones que ustedes mismos se imponen
Harta de ser la loca en las fiestas
Harta de ser la rara en el almuerzo del domingo
Harta de ser la única amiga negra de 34 personas blancas

Búsquense otra conexión con el resto del mundo
Búsquense a otra que los haga sentirse legítimos
Búsquense otra manera de ser politizados y cool

No pienso ser el puente a su feminidad
a su masculinidad
a su humanidad

Estoy harta de recordarles que no se cierren
mucho por demasiado tiempo

Estoy harta de mediar con la peor versión de ustedes
en nombre de sus mejores versiones

Estoy harta
de tener que recordarles
que respiren
antes de ahogarse
en su propia boludez

Olvídense
Amóldense o ahóguense
Evolucionen o muéranse

El puente que tengo que ser
es el puente a mis propias fuerzas
Tengo que traducir
mis propios miedos
Mediar con
mis propias debilidades

Tengo que ser el puente a ninguna parte
salvo a la que soy de verdad
y ahí sí
voy a ser útil

Traducción: Ezaquiel Zaidenwerg



 THE BRIDGE POEM


I’ve had enough
I’m sick of seeing and touching
Both sides of things
Sick of being the damn bridge for everybody
  
Nobody
Can talk to anybody
Without me
Right?
  
I explain my mother to my father
my father to my little sister
My little sister to my brother
my brother to the white feminists
The white feminists to the Black church folks
the Black church folks to the ex-hippies
the ex-hippies to the Black separatists
the Black separatists to the artists
the artists to my friends’ parents…
  
Then
I’ve got to explain myself
To everybody
  
I do more translating
Than the Gawdamn U.N.
  
Forget it
I’m sick of it.
  
I’m sick of filling in your gaps
  
Sick of being your insurance against
the isolation of your self-imposed limitations
  
Sick of being the crazy at your holiday dinners
Sick of being the odd one at your Sunday Brunches
  
Sick of being the sole Black friend to 34 individual white people
Find another connection to the rest of the world
Find something else to make you legitimate
Find some other way to be political and hip
  
I will not be the bridge to your womanhood
Your manhood
Your humanness
  
I’m sick of reminding you not to
Close off too tight for too long
  
I’m sick of mediating with your worst self
On behalf of your better selves
  
I am sick
Of having to remind you
To breathe
Before you suffocate
Your own fool self
  
Forget it
Stretch or drown
Evolve or die
  
The bridge I must be
Is the bridge to my own power
I must translate
My own fears
Mediate
My own weaknesses
  
I must be the bridge to nowhere
But my true self
And then
I will be useful



miércoles, 25 de noviembre de 2020

Amar en tiempos del egoísmo (Carmen Rocamora)

Estos tiempos no son buenos para los todo corazón,
para los que se obsesionan de aromas
y corren tras una bicicleta.

No son tiempos para los que caminan hasta el otro extremo de la                                                                                               [ ciudad
y esperan en un banco
sólo por verle aparecer.

Malos tiempos para los que se llenan los bolsillos de hojas
con más tachones que palabras,
para los que se vuelcan de lleno
hasta perder el equilibrio, se sacuden la tierra
y vuelven a las andadas.


Se habla de crisis,
pero no de ésta.






miércoles, 18 de noviembre de 2020

poema con puente (Sergio Beleiro)

hay una cantidad de sombras que se mezclan
entre sí y con lo que pasa en las calles
con el humo de los micros y los camiones
con el olor a vómito de un vino malo que se levanta en la vereda
bajo el sol del verano en un vapor o perfume destructivo y amenazante
como los olores de orines acumulados a los costados del puente gerli
se mezclan con los pensamientos del presente
con las vaguedades del futuro y con lo que viene del pasado

y hay esa terquedad de persistir y evaluar
de preguntarse torpemente y oscuramente responderse

no se si vale la pena esa persistencia inevitable
de buscar la claridad cuando nos acosa lo oscuro

tal vez sea cierta vanidad o algo que nos inculcaron
a la edad de los aprenderes supuestamente definitivos 
posponiendo incluso algunos juegos necesariamente impostergables
o la pretensión de ser dueños absolutos de nuestra vida 
intentando imposibles bajo supuestos equivocados y tercos

aunque a veces acechados por un falso destino 
que pondremos por delante en el fracaso 
y no tanto en la victoria 
sobre todo en la que juzgamos merecida
apelaremos al fruto soberbio de nuestros mayores e inapelables esfuerzos
para una justificación hipócrita de un mérito que no es tal
porque creció desde un escalón mucho más alto
que otros no tuvieron la gracia ni la fortuna de pisar

sin embargo nadie tiene las fechas y los hechos marcados por la fatalidad
la tragedia es un invento de poetas y dramaturgos que conocieron
seguramente muchos puentes imponentes pero no el que cruzo cada día

no existe el destino salvo en el punto de la muerte
pero las sombras se mezclan y remezclan
o esa mala costumbre de pensar suele mezclarlas

habría que apagar ese agitador terrible del pensamiento
que nos lo revuelve y nos alienta en sus giros a buscarle
una vuelta o significado a todo lo que no lo tiene 
-porque nada lo tiene- tanto en el crédito como en el descrédito

apagar esa batidora de la mente que nos expulsa centrífugamente 
-cuando buscamos perdidamente el centro- o nos alienta 
a pensar siempre
al pedo
a terminar cruzando siempre el mismo puente
o su espejismo




sábado, 14 de noviembre de 2020

La palabra que sana (Alejandra Pizarnik)

      








       Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.


De Extracción de la piedra de la locura, 1968.

Tomado de La poesía del cincuenta, Centro Editor de América Latina, 1981.

Rescate (Alejandra Pizarnik)

                                                                             


                                                                   a Octavio Paz

       

      Y es siempre el jardín de lilas del otro lado del río. Si el alma pregunta si queda lejos se le responderá: del otro lado del río, no éste sino aquél.



      

De Extracción de la piedra de la locura, 1968.


     


Tomado de La poesía del cincuenta, Centro Editor de América Latina, 1981.

jueves, 12 de noviembre de 2020

locura / cordura (Sergio Beleiro)

nada de lo que me rodea me es ajeno
pero todo es tan lejano distante
como un país ignorado un lugar
en el mundo al que no me apetece llegar

en medio de esta nada pienso escapar
pero como siempre mi pensamiento
se diluye o evapora rápidamente y
extrañamente sólido me clavo en este aire

tal vez no esté loco ni deprimido
tal vez sea la hora que se filtra
a través de las cortinas

tal vez sea que el día se repite
una y otra vez o no tiene
cambios perceptibles

tal vez es que escuché mi silencio
o me equivoqué con la música
elegida y me perdí en otro lado
ya sin escucharla y en esa desatención
pasé a lo callado de mi acento
a mi centro buscando otra palabra

fue un momento y es seguro
que estaba loco en ese instante
o me fulminó una tristeza
larga nacida allá a lo lejos
perdida en el tiempo
crecida con los años

tal vez más que la locura
fue la última y segura
hilada de cordura





miércoles, 4 de noviembre de 2020

Toda vida (René Char)

Toda vida que debe despuntar
termina herida.
Acá está el arma,
nada,
ustedes, yo,
este libro
y el enigma
en el que en su momento se van a convertir
por el capricho amargo de la arena.


Traducción: Ezequiel Zaidenwerg.


jueves, 22 de octubre de 2020

No es una elegía por Mike Brown (Danez Smith)



estoy harto de escribir este poema
pero traigan al chico. con su nombre nuevo
con su cadáver de siempre. algo muerto,
negro, común. tráiganlo & lo vamos a llorar
hasta olvidarnos de que estamos llorando
& ¿acaso ser negro no era eso?
no la alegría, sino lo que sentís
cuando tenés a tu hijo enfrente,
de repente mirás para otro lado,
& ¡puf! ya no está más.
sentir eso es ser negro.
\\
pensemos: un día a una chica blanca
la secuestran & es la guerra de Troya.
después, ahí en la calle, matan a Troy
& eso fue el martes. ¿acaso no nos merecemos
una ciudad de ceniza? ¿o que manden
1000 barcos porque nos extrañan?
siempre hay algo que merece que lo incendien.
últimamente nunca es lo que corresponde.

exijo una guerra para que devuelvan al chico muerto
sin importar cómo se llame esta vez.
por lo menos exijo una canción. con una canción nos arreglamos.
\\
miren lo que hizo el señor
sobre Missouri, dulce humareda.

Traducción de Ezequiel Zaidenwerg.

I am sick of writing this poem
but bring the boy. his new name
his same old body. ordinary, black
dead thing. bring him & we will mourn
until we forget what we are mourning
& isn’t that what being black is about?
not the joy of it, but the feeling
you get when you are looking
at your child, turn your head,
then, poof, no more child.
that feeling. that’s black.
\\
think: once, a white girl
was kidnapped & that’s the Trojan war.
later, up the block, Troy got shot
& that was Tuesday. are we not worthy
of a city of ash? of 1000 ships
launched because we are missed?
always, something deserves to be burned.
it’s never the right thing now a days.
I demand a war to bring the dead boy back
no matter what his name is this time.
I at least demand a song. a song will do just fine.
\\
look at what the lord has made.
above Missouri, sweet smoke.

https://poets.org/poem/not-elegy-mike-brown

Como soy un poeta miserable y un traductor sin conocimiento de ningún idioma, me permito otra versión libre y mustia:


estoy harto de escribir este poema,
pero traigan al chico. con su nuevo nombre,
con su cuerpo de siempre: 
esa ordinaria y negra cosa muerta. 

tráiganlo y lo vamos a llorar
hasta olvidarnos que estamos de luto.

¿no se trata de eso ser negro?
porque ser negro no es la alegría de serlo, 
sino el sentimiento que tenés 
cuando estás mirando a tu hijo, 
volteás la cabeza, ¡y  mierda!
ya no hay más niño.

esa sensación: 
eso es ser negro.

\\

pensalo: una vez una chica blanca
fue secuestrada y ardió Troya.

más tarde, en tu cuadra, Troy recibió un disparo.
y eso fue el martes  ¿no nos merecemos
una ciudad hecha cenizas? ¿o 1000 barcos
lanzados porque desaparecemos,
porque troy desapareció?

siempre algunas cosas merecen ser quemadas.
aunque nunca parece ser lo correcto, 
por lo menos en estos días.

exijo una guerra para que traigan de vuelta al chico muerto:
no importa cuál sea su nombre esta vez.

al menos exijo una canción. 
una canción sería un justo final.

\\

mirá lo que hizo el señor sobre Missouri:
hoy, sobre Missouri,  el humo es dulce.




sábado, 17 de octubre de 2020

Fin de cuentas (Sergio Beleiro)

 

         La pasó mal. Semanas, meses, tal vez más tiempo. El origen de los problemas venía de mucho más atrás. De un momento impreciso que no alcanzaba a recordar. Un asunto de años.

         Los últimos tiempos, siempre lo mismo, reproches, acusaciones infundadas o no, destratos, en la intimidad o frente a todos.

         Primero fue el ultimátum. "Andá buscándote algo, un lugar por ahí, esto no da para más". 

         Y empezó a buscar; pero no se quería ir. Estaban los chicos, la casa; esa misma casa por la cual nunca se había preocupado demasiado. Estaba ella, estaban los buenos momentos.

         ¿Por qué no podrían reconciliarse?

         Si bien anduvo averiguando por algún lugar a donde ir, fue posponiendo el momento.                            

         ¿Por qué, después de tantos años, no podía sentarse y hablar con ella?

         Había algunas cosas por hacer, ponerse la pila, resolver algunos de los ítems de la lista de reproches que ella podía recitarle sin esfuerzo, aunque ya estuviera cansada de exigírselas.

         Cada una de esas cosas, de manera inexorable,  salía a relucir cuando Diana explotaba, como si fuera un volcán que, periódicamente, entraba en erupción.

         No dejó las cosas como estaban. No. Resolvió un par de renglones de la lista y más adelante intentaría con el resto. Pila, tenía que ponerse la pila.

          Y no se fue.

 

          Días, semanas, meses, los mismos hechos que se repiten.

          Las pilas se agotan y los volcanes empiezan con sus humos y siguen con fuego y lava sobre los antiguos sedimentos.

          "Se terminó, agarrá las cosas y andate".

          Diana le partió el corazón. Se fue casi con lo puesto.

          Los chicos no estaban, les explicaría ella. Ya eran adolescentes, pero sería un mal trago.

          Por las noches, hablaba con ellos por teléfono y después se ponía a llorar.

          Tenía que ponerse los pantalones, cambiar las cosas, procurarse lo que ella le pedía. No iba a poder volver con las manos vacías, pero necesitaba tiempo.

          ¿Era tan importante?

          ¿Era tan difícil?

          Se prometió resolver las cosas. Le prometió el gran cambio. ¡El cambio!

          Volvió.

          Volvieron.

 

           Días, semanas, meses. Las baterías se agotan y los cambios no llegan o tardan más de lo debido.

           "Uno se acostumbra a todo, los malos momentos no son una excepción".

            Siempre las mismas cosas, las mismas peleas, las no peleas, los mismos reproches. Esa maldita lista.

            "¿Uno se acostumbra a todo?"

            "Hacé el bolso”

            ” Cuando vuelva del trabajo, ya no te quiero ver".

            Y se fue.

            Se acomodó en un hueco sin gas ni agua caliente. Comía en el boliche de unos amigos y se iba a bañar a la casa de otro. Durante el día alguno de los chicos pasaba a visitarlo y era su gran alegría.

            Esta vez ya no lloraba. Estaba bien, pero se tenía que poner las pilas, más pilas, arreglar el hueco, hacerlo habitable. Un poco de ejercicio para ponerse en línea. Un poco más de amigos, para evitar el vacío. Agenciarse alguna diversión porque, al fin de cuentas, la vida sigue.

            ¿Y Diana?

            Le parecía o presentía, que si lo intentaba podría volver, a lo mejor faltaba un poco más de tiempo; ella lo quería, seguramente lo esperaba.

            "No me puede dejar de querer de un día para el otro."

            Un mes después lo llevaba muy bien. Estaba tranquilo. Ya no la pasaba mal como en los últimos meses. Lo invitaron a comer unos amigos y llamó a otro para ver si podía pasar a bañarse por ahí. "Sí, ¡cómo no!".

            Antes de ir pasó por la casa, por la casa que a pesar de todo también seguía siendo suya.

            "¿Vas a ir a bañarte allá?” ” No molestés a la gente. Bañate acá."

            No lo pensó dos veces. Se bañó, usó un perfume de sus hijos, se cambió y cuando iba a despedirse, ella le dijo que se quedara, que había pedido pizza y ya llegaba. Dejó la otra invitación de lado. Sus hijos y ella eran más importantes. Todo transcurrió bien, sin un reproche, como si nunca hubiera pasado nada. Ella estaba linda, hasta parecía estar contenta. Creyó verla un poco más joven y hasta lo trataba con dulzura.

            Era sábado a la noche y los chicos se fueron en busca de la alegría de los amigos o las novias.

            Se quedó un rato más. Ella era la delicadeza personificada; tal vez no hablaba mucho para evitar algún desastre. Poco a poco se le pasó por la cabeza que las cosas se iban dando como para quedarse en la casa esa noche, que tal vez los problemas se solucionaban por sí solos, o por el transcurso del tiempo, o por un cariño que no podía desaparecer, que nunca iba a desaparecer.

           Un par de cafés. "Yo todavía te quiero" "Yo también" "Tuvimos momentos buenos” ”Los chicos..." "Esto no puede terminar así".  Charlaron un buen rato, más que nada del pasado, y las cosas se fueron sucediendo casi sin que se diera cuenta.

 

            En fin, la noche fue hermosa, más allá de lo que hubiera podido soñar.

            En mucho tiempo no habían tenido una noche así, un rato de sexo que dejaba de lado los años que ya empezaban a pesarles y que parecía contradecir una relación que había decaído, tanto en el amor como en el sexo, hasta disolverse en la misma nada.

            Terminaron exhaustos, felices. Estaba tranquilo, satisfecho, con ganas de salir a la mañana y cumplir esa condenada lista lo más rápido posible; mucho más ahora que ella no se lo había exigido y lo había recibido como aquella mujer con la que se había casado hace tantos años.

             Al toque se durmió.

             Cuando se despertó, era de día. Diana no estaba, trabajaba ese domingo a la mañana. Se imaginó a los chicos durmiendo, cansados de sus correrías nocturnas.

             Al pasar camino al baño, frente a sus habitaciones, iba a controlar que así fuera, como un buen padre retomando completamente sus funciones

 

              Miró alrededor, buscando su ropa.

              Diana la había apilado en la silla del rincón de la pieza. Se levantó y se vistió.

              Escuchó ruidos de desayuno en la cocina, a lo mejor Joaquín recién llegaba y antes de irse a dormir se preparaba un té. Julio nunca, a la cama derecho y a veces sin desvestirse.

              En la cocina estaba Diana, era más temprano de lo que pensaba. Hacía café.

              Se dio vuelta y lo miró a los ojos.

  ―Nos tenemos que poner de acuerdo y hacer fácil lo que hay que hacer. La vida corre y no me quiero quedar atrás… Seguimos cada cual por su lado y si hay algún reproche nos lo metemos en el orto.

              Era así. Era así desde hacía mucho, pensó.

  Se había terminado mucho tiempo antes.

              Volvieron, con el tiempo, a compartir mesas y algunos cafés. Pero fue la última vez que desayunaron solos.





      

               

sábado, 10 de octubre de 2020

Prohibido pasar (Juan Antonio Vasco)

 












No se puede pasar por aquí no hay puerta no hay llave no hay 
      más que la roca y la baba y no hay nada que hacer

Y no hay más que signos y símbolos y cercos y ceros y caries y             
     cáscaras y cofres y corchos y curias y culpas y no hay nada 
     que hacer

no nada que engendre ni para ni ruja ni ría ni mate ni ordeñe 
      ni trepe a los árboles ni escupa en el río ni cuelgue el teléfono 
      ni limpie la baba de no hay nada que hacer

ni los barcos ardiendo de música ni los gallardetes del sexo ni el 
      jabón de los parques ni la televisión de la jungla ni la nuca de 
      pelo ni nalgas ni vértebras ni dos mil millones de cepillos de 
      dientes no hay nada que hacer

No se puede pasar por aquí ni desnudo ni negro ni occiso ni arcángel 
      ni a tiros ni fantasma ni enfermo ni un jueves ni a gatas ni ahora 
      ni nunca ni nadie ni hay nada que hacer

No nada ni el cuerpo maniatado hasta los ojos podrá sacar de los 
      bolsillos una gota de sangre para el peaje ni el alma enredada 
      en sus tripas encuentra la cédula ni el espíritu con su ojo 
      enrojecido da luz ni la familia se moverá un centímetro de su 
      retrato de las Bodas de Oro de la Edad de Oro de nada de la 
      conquista del espacio para nada de la civilización occidental 
      por nada de la Producción en Masa de NO HAY NADA QUE HACER.



Tomado de La poesía de los cincuenta, Centro Editor de América Latina, 1981.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Sombra (Sergio Beleiro)

Sombra ya no habita las ciudades
los barrios
esta pequeña sucesión de casas bajas

anda
va
va dejando muertos  sin matar

los escupe
los deja caer desde los labios
como una baba gris

hace mucho que no sonríe
ni se acuerda de la risa

mil años que no puede llorar 
ni un poco

va

va dejando muertos y sin matar
silencios

se ha secado ha perdido sus humedades
ha perdido las uñas como sueños
ha perdido el pelo como hojas
sin haberse dado cuenta del otoño ni el verano
ha perdido los ojos han quedado
con otros muertos por el camino
como diciendo: los ojos son para el futuro 
y si no hay futuro no son más que muertos

que queden atrás 
aún sin cementerio

va 

va dejando muertos
la piel
la sangre de los pensamientos
las piedras que golpearon cada sentimiento
doblándolo
rompiéndolo
haciéndolo tristeza irredimible
que no deja de sumarse a más tristezas

Sombra ya no habita las ciudades ni los pueblos
y esta pequeña sucesión de casas bajas ya no lo ve pasar
con sus paredes largas y no blancas de vista indiferente 

su casa está por aquí
pero ya no es su casa
porque no está a gusto en ninguna parte

y sólo está 
para esta cosa de los muertos







domingo, 4 de octubre de 2020

Ahora salgo (Joaquín Giannuzzi)

Me senté en la ventana
bebiendo mi café mientras el país se sacudía.
Ensayé algunas meditaciones
en lugar de quebrar el decorado a balazos.
Y bien, aquello era demasiado
aún para un canalla como yo.
Quiere decir que de pronto entendí
que en esa sacudida no había nada de teatro,
y que todo iba a reventar en serio.
En la calle las caras se habían endurecido;
en los puños levantados se insinuaba
un conocimiento decisivo;
sonaron los primeros disparos
y entonces salí, me instalé en la historia.
Y era una lástima, de todos modos,
porque hubiera tenido filosofía para rato.



Del libro Las condiciones de la época, 1967.
Tomado de La poesía del cincuenta, Centro Editor de América Latina, 1981.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Tiempo de ser (Nira Etchenique)


Pasa eso de tener sed y estar sin lengua.
Sucede también que el puño se nos cansa,
que el ojo no responde,
que la boca se niega y se separa del rostro.
Estamos para morder la verdad
y quitarnos de a poco la sorpresa,
para ponernos a horcajadas en un grito.
Para ser.

Algún día sabremos por qué.

Mientras tanto
somos apenas como un zapato nuevo
que nos juzga los pies.


Mi canto caído, 1952.
Tomado de La poesía del 50, selección de Daniel Freidemberg, Centro Editor de América Latina, 1981.

sábado, 26 de septiembre de 2020

El que no aprende nunca (Raúl Gustavo Aguirre)

El que no aprende nunca toca el fuego, 
el que no aprende nunca da una mano, 
el que no aprende nunca vuelve a andar. 

El que no aprende nunca se golpea 
contra una pared y con la otra 
y después con la otra y con la otra 
y sigue caminando.


La piedra movediza, 1968.

Tomado de La poesía del 50, selección, prólogo y notas por Daniel Freidemberg, Centro Editor de América Latina, 1981,