jueves, 31 de marzo de 2022
Buen esqueleto - Posibilidades (Maggie Smith)
miércoles, 30 de marzo de 2022
Ahora salgo (Joaquín Giannuzzi)
lunes, 28 de marzo de 2022
El alma que sufrió de ser cuerpo (César Vallejo)
o, quizá,
sufres de mí, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde está la tiniebla tenebrosa.
Tú das vuelta al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustándote el cuello; eso se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tú, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
y, aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de Darwin,
alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.
Y tú lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltándote a llorar.
Tú, luego, has nacido; eso
también se ve de lejos, infeliz y cállate,
y soportas la calle que te dio la suerte
y a tu ombligo interrogas: ¿dónde? ¿cómo?
hasta el pelo, en el año treinta y ocho,
nicolás o santiago, tal o cual,
estés contigo o con tu aborto o con-
migo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hércules autónomo…
Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.
¿Que nó? ¿Que sí, pero que nó?
¡Pobre mono!… ¡Dame la pata!… No. La mano, he dicho.
¡Salud! ¡Y sufre!
domingo, 27 de marzo de 2022
Vertical (Ruth Fainlight)
sábado, 26 de marzo de 2022
La piedad (Giuseppe Ungaretti)
Soy un hombre herido.
Y me quisiera ir
Y finalmente llegar,
Piedad, donde se escucha
El hombre que está solo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado entre los hombres.
Pero por ellos sufro.
¿No seré digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿Hice pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Ah hojas secas,
Alma llevada aquí y allá…
No, odio el viento y su voz
De bestia inmemorable.
Dios. ¡aquellos que te imploran
No te conocen ya más que de nombre?
Me has expulsado de la vida.
¿Me has expulsado de la muerte?
Quizás el hombre también es indigno de esperar.
¿Esta seca también la fuente del remordimiento?
Que importa el pecado,
Si ya no conduce a la pureza.
La carne recuerda apenas
Que ha sido fuerte alguna vez.
Es loca y gastada, el alma.
Dios, mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera ríes de nosotros?
Y compadécenos entonces, crueldad.
No puedo ya más estar amurallado
En el deseo sin amor.
Muéstranos un vestigio de justicia.
¿Cual es tu ley?
Fulmina mis pobres emociones.
Libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
2
Melancólica carne
Donde brotó la alegría alguna vez,
Ojos entreabiertos en el cansado despertar.
¿Tu ves, alma demasiado madura,
El que seré, caído en tierra?
Está en los vivos el camino de los muertos.
Somos nosotros el torrente de sombras,
Son ellas el grano que nos estalla en sueño,
Suya es la lejanía que nos queda,
Y suya es la sombra que da peso a los nombres.
¿La esperanza de un montón de sombra
y no otra cosa es nuestra suerte?
¿Y tú Dios, sólo serás un sueño?
Al menos a un sueño, temerarios,
Queremos que te parezcas.
Es fruto de la demencia más clara.
No tiembla en nubes de ramas
Como pájaros de mañana
Al filo de los párpados.
En nosotros está y languidece, llega misteriosa.
3
La luz nos hiere
Es un filo cada vez más sutil.
¿No deslumbras tú, si no matas?
Dame esta alegría suprema.
4
El hombre, monótono universo,
Cree extender sus bienes
Y de sus manos febriles
No salen más que límites sin fin.
Unido sobre el vacío
A su hilo de araña,
No teme y no seduce
Sino el propio grito.
Repara lo gastado alzando tumbas,
Y para pensarte, Eterno,
No tiene más que las blasfemias.
De: «Sentimiento del Tiempo» – 1933
Traducción de Rodolfo Alonso.
Tomado de Antología, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, tercera edición, 1978.
1
Soy un hombre herido.
Y quisiera irme
y arribar finalmente,
Piedad, allí donde se escucha
al hombre que está a solas consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exiliado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No seré digno de volver en mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Oh, hojas secas,
alma llevada aquí y allá...
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorial.
Dios, quienes te imploran
¿no te conocen más que de nombre?
Me has expulsado de la vida.
¿Me expulsarás de la muerte?
Quizás el hombre sea también indigno de esperar.
¿También está seca la fuente del remordimiento?
¿Qué importa el pecado,
si ya no conduce a la pureza?
La carne apenas recuerda
que alguna vez fue fuerte.
El alma está loca y gastada.
Dios, mira la debilidad nuestra.
Quisiéramos una certeza.
¿Ya ni te ríes de nosotros?
Entonces, crueldad, compadécenos.
Ya no puedo más de estar emparedado
en el deseo sin amor.
Un indicio de justicia muéstranos
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy harto de aullar sin voz.
2
Melancólica carne
donde otrora abundó el gozo,
entreabiertos ojos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
aquello que seré, caído en la tierra?
En los vivos está el camino de los muertos,
Somos nosotros la borrasca de sombras,
y son ellas el grano que en sueño germina,
suya es la lontananza que nos queda,
y suya es la sombra que da peso a los nombres.
¿La esperanza de un cúmulo de sombra
y nada más es nuestra suerte?
¿Y tú, Dios, serías solamente un sueño?
Temerarios, queremos al menos
un sueño que se te parezca.
Es parto de la demencia más clara.
No tiembla entre nubes de ramas
como gorriones matinales
al filo de los párpados.
En nosotros está y languidece, misteriosa llaga.
3
Esta luz que nos punza
es un hilo cada vez más sutil.
¿Ya no deslumbras tú, cuando no matas?
Dame este gozo supremo.
4
El hombre, monótono universo,
cree extender sus heredades
y de sus manos febriles
no brotan, sin cesar, más que límites.
Prendido sobre el vacío
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Recompone las ruinas erigiendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.
(1928)
Traducción de Carlos Ciro
LA PIETÀ // 1 // Sono un uomo ferito. // E me ne vorrei andare / E finalmente giungere, / Pietà, dove si ascolta / L’uomo che è solo con sé. // Non ho che superbia e bontà. // E mi sento esiliato in mezzo agli uomini. // Ma per essi sto in pena. / Non sarei degno di tornare in me? // Ho popolato di nomi il silenzio. // Ho fatto a pezzi cuore e mente / Per cadere in servitù di parole? // Regno sopra fantasmi. // O foglie secche, / Anima portata qua e là... // No, odio il vento e la sua voce / Di bestia immemorabile. // Dio, coloro che t’implorano / Non ti conoscono più che di nome? // M’hai discacciato dalla vita. // Mi discaccerai dalla morte? // Forse l’uomo è anche indegno di sperare. // Anche la fonte del rimorso è secca? // Il peccato che importa, / Se alla purezza non conduce più. // La carne si ricorda appena / Che una volta fu forte. // È folle e usata, l’anima. // Dio, guarda la nostra debolezza. // Vorremmo una certezza. // Di noi nemmeno più ridi? // E compiangici dunque, crudeltà. // Non ne posso più di stare murato / Nel desiderio senza amore. // Una traccia mostraci di giustizia. // La tua legge qual è? // Fulmina le mie povere emozioni, / Liberami dall’inquietudine. // Sono stanco di urlare senza voce. // / 2 // Malinconiosa carne / Dove una volta pullulò la gioia, / Occhi socchiusi del risveglio stanco, / Tu vedi, anima troppo matura, / Quel che sarò, caduto nella terra? // È nei vivi la strada dei defunti, // Siamo noi la fiumana d’ombre, // Sono esse il grano che ci scoppia in sogno, // Loro è la lontananza che ci resta, // E loro è l’ombra che dà peso ai nomi. // La speranza d’un mucchio d’ombra / E null’altro è la nostra sorte? // E tu non saresti che un sogno, Dio? // Almeno un sogno, temerari, / Vogliamo ti somigli. // È parto della demenza più chiara. // Non trema in nuvole di rami / Come passeri di mattina / Al filo delle palpebre. // In noi sta e langue, piaga misteriosa. // / 3 // La luce che ci punge / È un filo sempre più sottile. // Più non abbagli tu, se non uccidi? // Dammi questa gioia suprema. // / 4 // L’uomo, monotono universo, / Crede allargarsi i beni / E dalle sue mani febbrili / Non escono senza fine che limiti. // Attaccato sul vuoto / Al suo filo di ragno, / Non teme e non seduce / Se non il proprio grido. // Ripara il logorio alzando tombe, / E per pensarti, Eterno, / Non ha che le bestemmie. /
La traducción de Carlos Ciro y el original fueron tomados de:
https://erranciasdesombra.blogspot.com/2015/06/la-piedad-giuseppe-ungaretti-1928.html
jueves, 24 de marzo de 2022
Walking around (Pablo Neruda)
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
miércoles, 23 de marzo de 2022
Marche un poema al mostrador (César Fernández Moreno)
estoy parado contra el mostrador
mis pantorrillas tensas me soportan
un rato cada una
vos te hubieras sentado en una mesa
tus hombros los hubiera soportado un respaldo
hubieras perdido tu mirada en la vereda de enfrente
qué fabulosa lejanía
yo he venido a quedar un poco más arriba
veo un poco más cerca
alcanzo a leer las letras de la vidriera
al revés
pero es lo mismo
la misma breve lucha con el paquetito de azúcar
el mismo sabor aceitoso del café suburbano
cambio propina por comentario sobre lluvia inminente
saco mi libretita con disimulo
para escribir este primer poema
al mostrador
pero el patrón me enciende una luz
solícitamente
y lo escribimos a medias
entre mi mano y su mirada
Palabras (Baldomero Fernández Moreno)
hace mucho tiempo.
Borré la inicial
de mi nombre feo.
No quiero ser nada
ni malo ni bueno.
Un pájaro pardo
perdido en el viento.
martes, 22 de marzo de 2022
Salmo 43 (Ernesto Cardenal)
lunes, 21 de marzo de 2022
Bajo la lluvia ajena (Notas al pie de una derrota) XXV (Juan Gelman)
martes, 15 de marzo de 2022
El herido (Miguel Hernández)
Para el muro de un hospital de sangre
I
Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
El hombre acecha, 1938-1939.
Tomado de Cancionero y romancero de ausencia, Ed. Losada, 5a edición, 1978.