jueves, 7 de mayo de 2020

Canto del cisne (Jacobo Fijman)

Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas                              
y descargan sus golpes,
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!


Pertenece al libro Molino rojo (1926).
Fue tomado de Obra poética, La Torre Abolida, 1983.

En la red encontré otra versión con una estrofa más. Pero me atengo a la versión de la Obra poética que viene anotada por Víctor F. Redondo, Juan Jacobo Bajarlía y Carlos Riccardo.

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