sábado, 2 de mayo de 2020

Atá el hilo y comenzá de nuevo (Javier Villafañe)

Atá el hilo y comenzá de nuevo;
atalo a dos puntas,
al último pelo de la barba.
Es necesario
―tan después y siempre,
tan de antes―
estar atado a un hilo
―cordón de ombligo
cortado a uña o diente
o con tijera―.
El hilo
atándote de cuatro pies
al suelo.
El hilo de la mano que te lleva,
el mapa dibujado,
la montaña
y la ínsula
donde perdés la pureza,
el lago de la lágrima,
la gota en la pared.
El hilo sobre los pies seguros
caminando,
y es lo mismo otro barco,
el mismo puerto,
y olvidás algo en un umbral:
un impermeable,
y llueve.
El hilo de los ojos,
el hilo del deseo
―la noche por una calle larga
con los balcones altos
y las puertas cerradas―.
El hilo de saber que se corta
y atarlo haciendo nudos con remiendos,
atarlo a llagas,
a muletas;
trenzando el hilo,
dándole raíces 
para que encuentre
un cuerpo
la forma de la tierra.


Pertenece al libro Atá el hilo y comenzá de nuevo, Editorial Losada, 1960.

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