miércoles, 18 de marzo de 2020

Venganza (sergio beleiro)


    Le dio el tiro en las tripas.
    El otro, la espalda contra la pared, se deslizó hasta quedar sentado en el suelo con las manos en el vientre.
    Al destello siguió el vacío.
    Años de rabia y ahora nada.
    El otro, con la mirada hacia el frente, parecía querer decir algo, intentaba decir, era sólo un balbuceo.
    Creyó apuntar nuevamente pero el brazo seguía extendido en la misma, relativa, posición.
    El disparo levantó un pedazo de revoque apenas encima del otro.
    Entonces sí, apuntó y con el tercer tiro le reventó la cabeza.
    La rabia había vuelto pero se dio cuenta de que volvería a escaparse. Supo que el otro ya no respiraba y recién entonces pudo tener cierta noción de sí mismo.
    Se dio cuenta también de que el revólver temblaba en su mano, que su mano temblaba.
    Penosamente pudo bajar el brazo y, al cerrar por primera vez los ojos, se tambaleó y cayó al suelo de rodillas. Supo que lloraba desde el principio, que el primer dolor y la rabia que todos estos años lo habían perseguido tomaban, poco a poco, otra forma; que a todo esto y al acto final seguiría una calma extraña.
    No hubo tiempo de preguntas y menos de respuestas, la sangre lo ahogó todo.
    Se levantó y desandando el camino que lo había traído tuvo claro, si cabía la claridad en ese momento, que ya no era el mismo, que otra vez cambiaba y otra vez no se conocía, que un terremoto lo había asolado llevándoselo todo y le quedaban sólo las sombras de una casa en el pasado y de la persona que fue.
    Si quedaba algo en él de la persona que años atrás llevó su nombre, que todavía lo llevaba, vendría lentamente algo parecido al remordimiento con su áspera crueldad; pero temía ser completamente otro, ser un asesino exactamente igual a aquel que dejaba atrás, sentado sobre su propia sangre, como él había dejado a su hermano hace muchos años, un muerto cualquiera con los ojos abiertos, sin ninguna piedad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario