sábado, 10 de octubre de 2015

viaje (a ninguna parte) (sergio beleiro)

el tren te lleva a un lugar determinado, pero podría llevarte a cualquier lado.
secretamente, sabés que lo mejor hubiera sido sacar un pasaje a un lugar del que ni siquiera conocieras el nombre. por lo menos sería una posibilidad de cambio, un intento de cambiar las cosas, hacer una marca tanto en el mapa como en el calendario que indicara acá nació otro, de ahora en más hay otro. las vueltas de la vida, dirían después, si uno más feliz o el mismo, pleno de vacío, pero fuera del alcance de la vista de aquellos que te quieren o no, frente a los cuales no podés dejar de sentir vergüenza de tus actos, tus ayeres y tus nadas.
sin embargo, vas a un lugar determinado, a hacer determinadas cosas que no tienen nada que ver con lo que realmente te interesa.
vas sin ganas, sin música y sin palabras que leer.
ya hace un tiempo que la música no te resulta, que si está, es un murmullo de fondo a cuyo vuelo no te podés montar. leer te cansa, en algo de esto tienen que ver tus ojos, pero más tu cerebro que no se enfoca, se descuadra, no puede retener palabra, no encuentra el hilo, se cansa.
hace muchos años, aún en tales circunstancias, hasta sin música ni libros, habrías estado mirando por la ventanilla el campo, el cielo, las torres de alta tensión; viendo pasar las estaciones y calculando el tiempo restante ansioso de llegar.
habrías estado soñando la peripecia de un encuentro que te cambiara la vida o te diera el empuje necesario para cambiarla.
no es así. estás cansado de soñar y chocar contra vos mismo.
sabés que pasados los cincuenta no serías viejo si tuvieras algo por delante, algo de vida, no una estación determinada, un pueblo donde trabajar unos días, un común intercambio de servicios por monedas.

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