la ciudad es inmensa
y cualquiera se pierde
toma el colectivo equivocado
y se baja después de hora
cuando la noche se hace más que oscuridad
en la esquina donde el mundo cambia de nombre
y la mano piadosa no puede encontrarse
entonces el perdido
junto con sus miedos
se acurruca en un rincón
en un lugar por donde
presuntamente
nadie pasará ni mirará
a esperar el alba
a que la lluvia pase
y el reloj vuelva
a acusar las horas
detenidas
parcas
implacables
hacia el día
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