sábado, 19 de septiembre de 2020

1958 (Héctor Yánover)

Vamos por corredores, por paredes manchadas,
por llanto, por crepúsculo, por lodo.
Por entre muertos vamos pisando manos,
pies, cuerpos partidos en mitad de su luna.
Nuestra infancia allá lejos
grita porque la alcemos,
pero nos pesan tanto los años que llevamos.
Por entre muertos vamos.
Nos asustan las luces y las sombras,
nos alegran las sombras y las luces.
Vamos por entre dudas, por entre odios vamos.
El tiempo está vencido, 
rodeado de embusteros tenebrosos,
de penumbras de cuentos, de palabras.
Vamos por dentelladas
saltando entre los dientes de la fiera,
ahuecando las manos porque la vida caiga
y aprisionar al pecho un corazón en beso.
Por entre muertos vamos,
sucios los pies, el alma con las manos sucias,
la piel curtida, la savia sin oriente.
A lodo vamos, a impotencia los puños en las piedras,
la locura marchando a paso de ganso en la cabeza.
Por entre muertos vamos, por pueblos masacrados,
por dominios, sistemas que cada día encierran
un nuevo grillo en una nueva trampa,
una nueva cadena en torno a las muñecas.
Vamos desorientados, enloquecidos, tontos:
las azadas trabajan un orbe de sepulcros.
Por entre muertos vamos, sin olvido, sin pausa;
por eso cuando suenan las flautas,
cuando el tambor golpea, cuando el clarín nos llama,
cuando dioses, consignas, voces desorbitadas: tememos,
es la muerte terrible la que llama.
Yo no quiero encerrarme en una caja ciega,
yo no quiero envolverme en el olvido sordo,
pero entre muertos vamos,
entre dolor sin fondo convertido en rutina,
entre mundos borrados con el codo
mientras las manos sueñan...


De Arras para otra boda, 1964.
Tomado de La nueva poesía argentina, Nélida Salvador, Editorial Columba, 1969.

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