con el dedo apuntando al horizonte y otros gestos
inventaron dioses eligieron lugares y piedras
y derramaron la sangre en ofrendas infructuosas
los de abajo miraron las estrellas esperaron las lluvias
y la procreación efectiva de las manadas
esperaron la bonanza prometida por los creadores
de estos dioses generosos y a un tiempo vengativos
de esos dioses y otros cientos
que parieron otros dioses en el transcurso de los siglos
a veces más humanos a veces mucho menos
o más lejanos o extremos todavía
en cada lugar donde hubiera
hombres mirando al cielo
al sol a las estrellas a la luna
y a cada noche siguió un día
y a los mismos hechos las mismas circunstancias
(ya se ofrendara se rezase o se puteara hacia los cielos)
aunque nadie intentara conclusiones
mucho menos en contra de las terrenales razones
de los que detentaban a su favor su clase y sus poderes
con un telón de fondo de cuentos celestiales
bajo los mismos cielos noche y día
las mismas cosas se sucederían con variados intervalos
para hacer de los de abajo siempre los de abajo
ni más ni menos como era desde siempre
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