no fueron a velarme y tampoco me enterraron.
yo hubiera preferido - lo dije alguna vez, estoy seguro -
un buen fuego de mis carnes y mis huesos,
sin un cura fracasado representando viejas farsas
frente al féretro esperando al crematorio,
con su responso mal leído y su agüita al aire
de destino poco cierto por su mala puntería,
parkinson mediante o torpeza senil,
sin querer darle el bautismo a nadie
que no era el caso, y sus babas tristes
cayendo sobre su sotana arrugada,
vieja y sucia. yo hubiera preferido,
simplemente,
lo digo hoy que ya estoy muerto,
una prolija desaparición de mis cenizas
haciendo rulos con un sentido cierto
en el agua incierta del inodoro
al apretar el botón o tirar
de la prehistórica cadena.
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