lunes, 20 de noviembre de 2017

Bonitas historias que vienen del pasado: Tomás Wong (Paco Ignacio Taibo II)


Me hubiera gustado ir en todos los barcos que cargué, todos los barcos cuyos pasajeros ayudé a descender, llevando las maletas cubiertas de etiquetas de colores de hoteles, aduanas, líneas férreas. Me hubiera gustado abordar esas moles blancas y relucientes en el sol  y partir.
Yo no soy de aquí. No soy de esta tierra donde he nacido; y en la vida se aprende, aprende el que quiere aprender, que nadie es de donde nació, de donde lo criaron. Que nadie es de ningún lado. Algunos tratan de mantener la ficción y se hacen de nostalgias, de posesiones, de himnos y banderas. Todos pertenecemos a los lugares donde no hemos estado antes. Si hay nostalgia, es de las cosas que nunca vimos, de las mujeres con las que no hemos dormido y  soñado  y  de  los  amigos  que aún no hemos tenido, los libros sin leer, las comidas humeantes en la olla aún no probadas. Ésa es la verdadera y única nostalgia.
También se aprende que en algún momento el camino se equivocó, y que las cosas no tendrían que  ser  así. Nadie tendría que comer arroz con gorgojos y maíz casi podrido en los  campos  petroleros,  pagando  el  triple de lo que cuesta porque las tiendas las manejan las compañías; nadie tendría que luchar en  medio de las lluvias para cerrar las válvulas del pozo siete; chapotear en la selva con las tuberías, perforar en pantanos, dinamitar, dormir en el suelo húmedo, ganar una miseria mientras el capataz come jamón y mantequilla  sacados de dos latas de conserva que nosotros transportamos hasta allí; y el patrón, mucho  más  lejos  de  nosotros  todavía, duerme en una cama sin sabernos, sin reconocernos  como  la fuente de su placer y su poder, sin adivinarnos como las hormigas que empujan con los hombros la subida de sus acciones bancarias en la bolsa de Nueva York.
Por eso no quiero subir a esos barcos blancos y resplandecientes, porque tendría que pagar mis sueños trabajando once horas diarias de  camarero,  puliendo  los bruñidos pasamanos de  bronce,  sudando  en el vapor de las cocinas. Por eso los barcos están lejos,  y  yo  los  veo llegar e irse  de  todos  los  puertos,  de  todos  los  ensueños, de todas las nostalgias.

Bonitas historias que vienen del pasado: Tomás Wong. Capítulo 55 de la novela Sombra de la sombra.

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