en la noche mellada y la tormenta
¿qué voy a preguntar si nadie oye?
¿qué voy a decir si igual no hay nadie? /
la luz que abunda y siempre me ha faltado
ilumina cada uno de mis fallos y defectos
quisiera prender fuego cortocircuitar la historia
romper los faros con las piedras del enojo /
camino lento hacia atrás del escenario
buscando las cuerdas tensas que sostienen los telones
(soy un actor falso y mudo intentando decir mis tonterías
el mismo que nunca aprendió ni uno de sus diálogos
y le echó la culpa a la tormenta
a la mucha luz
a la risa ajena
aunque fue nomás la vergüenza de sus horas
siempre a tiempo siempre en mal momento) /
en mi mano el cuchillo y el delirio
en la otra mano la vela del incendio
temblando en la cordura incierta e indefinida
en la debacle de mis músculos y huesos /
sin embargo me detengo a observar las cosas desde el fondo
todo sigue nada cambia con mi mutis por el foro
y me convenzo enseguida y sin el peso de una duda
de que a pesar de mis acciones y quietudes
el mundo gira y lo hará por mucho tiempo /
se me cae el cuchillo y la vela del incendio
rueda por las tablas apagada por los aires del fracaso
me quedan en las manos el delirio de los sueños
y la cordura de los actos
la vergüenza asomada a mis mejillas
como siempre y como siempre
demolido y a un costado
me resigno a escuchar los truenos y a mirar los rayos
de una tormenta larga imaginaria torpe y consecuente
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