veritas sequitur esse
Nadie se ahogó en el diluvio.
Al principio, el cielo era infalible. Las primeras gotas tomaron a los hombrespor sorpresa. Todos murieron
de la conmoción. Pero cuando volvió a nacer el hombre, le gustaban las palabraslo suficiente para ver si “marchito” podía
calificar a un árbol, así que se subió al auto y fue hasta un precipicio, se quedó sin nafta,dio media vuelta y arrancó para el desierto,
y como un país que prueba su mejor armamento en lugares sin gente,vastísimos, anónimos, se rompió en pedacitos
con un vidrio, se volcó y derramó por tierras innombrables,cemento, agua, manos. Entonces empezó
la verdadera matanza. Los cactus se pusieron a gotear y perdieron las espinas. Unos pocosrezaron. Rezamos por la victoria.
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