domingo, 16 de enero de 2022

La primera vez que hablé con mi psiquiatra (Raquel Martín Caraballo)

 

















La primera vez que hablé con mi psiquiatra
fue por email.
Tengo que confesar que la temía.
Temo poderosamente a los psiquiatras
(recuerdo al inhóspito doctor Gordon
sacando a Esther Green
de su campana de cristal
y me estremezco con el desplome de la palanca
del electroshock).
Entonces elegí la evía
para no verme demasiado obligada
a temerla tanto
(ya se sabe que a un click de distancia
las cosas se sienten distintas).
Esperé una respuesta fría y formal,
algo así como: “procederemos, pues, a nivel terapéutico”.
Pero entonces, como una ligera brisa desde el acantilado,
aterrizó en mi Bandeja de Entrada un mensaje un tanto diferente:
“claro que puedo ayudarla”.
La segunda vez que hablé con mi psiquiatra
fue cara a cara,
aunque aún sin mirarnos a los ojos.
Tengo que confesar que la temía,
si bien el pánico había quedado reducido a un residuo controlable.
La tercera vez que hablé con mi psiquiatra
ella no dudó en poner sobre la mesa su cajita de Kleenex.
Tengo que decir que, en aquel justo momento,
el miedo me abandonó.



Del poemario No esperes nada.






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