lunes, 16 de agosto de 2021

La lista (Sergio Beleiro)

       La lista era imperfecta, casi interminable. Nadie sabe si se llevaban copias de la misma.

       Nombrar ladrones y corruptos, asesinos y falsarios, banqueros y negreros, los esbirros de la prensa y los demás crápulas del mundo, es una tarea inagotable, sin contar que muchas veces la clasificaciones se solapan o se imbrican y ciertos nombres participan en varias categorías sin hacerle asco a ninguna.

       Dios se negó a mirar la nómina de manera terminante porque era Dios y fungía en su forma omnipotente.

       Satanás encontró a la primer ojeada, y consta que no vio más de tres columnas, muchos nombres que revistaron y revistaban en las filas del Señor y por quienes el Señor, haciéndose el difunto, jamás había puesto el grito en el suelo.

       Como toda lista o cualquier enumeración posible, que no tiene más que principio y jamás tendrá final, sólo tendrá lectores sesgados y ladinos acallados, pasará a ser pieza de museo en el mejor de los casos o documento perdido en sótanos mal ventilados criando, en la dejadez de esos recintos, las mutilaciones y manchas del tiempo, el paso de las ratas y la humedad imperdonables.

       Tal vez en ese trámite de manchas y pérdidas irreparables la lista se torne más misteriosa e interesante dando lugar en el futuro a una búsqueda del tesoro que no llevará a ningún tesoro ni a ninguna parte.

       El demonio seguirá siendo el mismo bajo todos sus nombres y Dios alternará entre su omnipotencia, el amparo de la defunción filosófica y el lavarse las manos a lo Poncio Pilato dejando las porquerías de su reino al libre albedrío humano. 

1 comentario:

  1. Difícil el oficio del escriba de las listas imperfectas, es tanta la esperanza en poder tachar un nombre como improbable que llegue alguna vez esa oportunidad.

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