Al tercer día de insomnio
la habitación se convierte en un infierno inexorable,
los recuerdos concurren como peces que se pierden de vista.
Al cabo de 5 minutos
ya no se sabe si aquello fue el último beso
o el primer adiós.
El pecho se cansa
vomita hacia adentro
y las horas se llenan de horas
que no han de pasar.
Y uno se queda mirando
el espejo del alma que está en el espejo
que no tiene alma
ni espejos
ni insomnio.
Tomé el poema de:
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com.ar/2016/02/katherine-castro-18102.html
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