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sábado, 29 de julio de 2023

Derrota (Rafael Cadenas)


 











Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo 
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en
                                                                                                                    [mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo ("Ud. es muy
                                                                                                     [quedado, avíspese, despierte")
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya
                                                                                                    [enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico 
aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada 
    he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear
                                                                                                      [de mi indolencia, mi flotación, 
    mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí
                                                                                                        [hasta el día del juicio final.


martes, 16 de febrero de 2021

Quinta Hilda (María Ruiz García)

Provoca quitarse un brazo, una teta, una oreja, un pulmón y ponerlos encima de la mesa, en el piso, al lado del microondas, colgados de una pared. Que hagan juego, que se mimeticen con la ambientación de trozos, de partes, de restos.

Provoca desarmarse y esparcirse para no
desentonar, con tanta vida por dentro y por delante, con tanto sístole y diástole, con tanto ruido espantoso en una casa tan vacía y llena de eco.

Porque lo demás son fantasmas: sábanas blancas con huequitos negros a la altura de los ojos que deambulan y, a veces, lavan los platos y compran tortas tres leches.

En el sofá un cadáver de padre. En la maleta un cadáver de madre. En la tierra del estacionamiento tres metros de cadáveres de bichos peludos. En la puerta, un cadáver de hermano que llega siempre y que tampoco se termina de ir.

Estamos de pasada. Nos metemos un trozo de pared blanca con filtraciones en un bolsillo y una bola de pelos debajo de la lengua para que, estando lejos, dure un poco más el sabor amargo y el tacto irregular de lo permanente.

Provoca desenredarse las venas, abrir el grifo que las contiene y derramar toda la sangre fétida que nos une: derramarla escaleras abajo, provocar una ola roja y ferrosa gigantesca que baje desde el segundo piso, que inunde la cocina y la sala hasta que se salga todo por las ventanas y chorree hasta el patio: que se desinfecte todo, que se le caiga el polvo acumulado de años a los muebles, que se mojen las sábanas y se deshagan.

Que no quede nada en pie. Que se vacíe este depósito de ruinas y que todos los escombros se vayan por el desagüe.



lunes, 11 de enero de 2021

Puta (María Ruiz García)

Cuando sea grande quiero ser una puta.
Tener el clítoris gastado y calloso.

Sentir que se me enredan los labios flácidos y lánguidos de la
vagina con las estrías de los muslos.

Quiero tener todo tipo de enfermedades venéreas: todas las
verrugas, chancros, infecciones, herpes y demás padecimientos
genitales (al SIDA, se le reserva el derecho de admisión).

Quiero que las tetas me lleguen al ombligo por tanto amasijo.

Que las carnes, mis carnes, no se estremezcan ni siquiera con el
contacto de una descarga eléctrica.

Quiero tener la lengua y la boca secas, agrietadas (como una gata
callejera con anemia).
Quiero que los ojos se me apaguen de repetición e insensibilidad.

Quiero adosarme al rostro una mueca de placer ficticio,
una mueca exhibicionista que trascienda las camas y los ataúdes,
que salga a pasear conmigo por los centros comerciales, por las
avenidas, por los parques, por las estaciones de tren.

Entonces, cuando te encuentre, después de tanto andar y tanto fingir,
borrarme el entumecimiento de la expresión con un poco de agua y jabón.

Mirarte a los ojos y amarte.

…Y quiero, por encima de todo, que cuando te vayas no dejes ni
un centavo, ni una colilla de cigarro, ni siquiera el vago recuerdo
de tu perfume o la reverberación de tu voz ausente.


domingo, 13 de diciembre de 2015

Me han prohibido acercarme a ese árbol (Cristina Gutiérrez Leal)
















Me han prohibido acercarme a ese árbol.                               
Presiento sus trampas.
Y es que ese árbol parece mirarme como por última vez.
Temo, lo admito.
Podría correr y destemplar algunos ruidos
(huir temblando sobre el suelo)
Yo que puedo moverme
(y halarme los cabellos)
que al parecer no tengo ramas.
Me han prohibido comer de su fruto.
Y yo no tengo tentación del fruto.
Pero ese árbol sabe que puede enterrarme con él y convertir mis piernas en raíces.
He de confesar que
nunca entendí el cuento del fruto prohibido.
Siempre pensé que era Adán o Eva quienes estaban prohibidos.
Nunca el fruto.
Quizás el árbol.

http://poetassigloveintiuno.blogspot.com.ar/2014/10/cristina-gutierrez-leal-13722.html