El viento trata de apartar las olas del mar. Pero las olas están con el mar, ¿no es acaso evidente?, y al viento se le da por soplar... No, no se le da por soplar; aun convertido en tempestad o borrasca, eso no le preocupa. Aspira ciegamente, como un loco o como un maniático, a un lugar de calma perfecta, de bonanza, donde poder al fin estar tranquilo, tranquilo.
¡Si supierais cuán indiferentes le son las olas del mar! Que se encuentren sobre el mar o sobre un campanario, o en una rueda dentada o sobre la hoja de un cuchillo, tanto le da. Él va hacia un lugar de quietud y de paz donde cesará por último de ser viento.
Pero su pesadilla dura ya demasiado.
Poema perteneciente a La noche se agita de 1934.
Tomado de Poemas de Henri Michaux, Compañía General Fabril Editora S.A., tercera edición , julio de 1978, Argentina.
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