jueves, 31 de octubre de 2024

Mientras corren los grandes días (Enrique Molina)


 











Arde en las cosas un terror antiguo, un profundo y secreto soplo,
un ácido orgulloso y sombrío que llena las piedras de grandes agujeros,
y torna crueles las húmedas manzanas, los árboles que el sol consagró;
las lluvias entretejidas a los largos cabellos con salvajes perfumes
y su blanda y ondeante música;
los ropajes y los vanos objetos; la tierna madera dolorosa en los tensos violines
y honrada y sumisa en la paciente mesa, en el infausto ataúd, 
a cuyo alrededor los ángeles impasibles y justos se reúnen a recoger su parte de muerte;
las frutas de yeso y la íntima lámpara donde el atardecer se condensa,
y los vestidos caen como un seco follaje a los pies de la mujer desnudándose,
abriéndose en quietos círculos en torno a sus tobillos como un espeso estanque
sobre el que la noche flamea y se ahonda, recogiendo ese cuerpo melodioso,
arrastrando las sombras tras los cristales y los sueños tras los semblantes dormidos;
en tanto, junto a la tibia habitación, el desolado viento plañe bajo las hojas de la hiedra.
¡Oh Tiempo! ¡Oh, enredadera pálida! ¡Oh, sagrada fatiga de vivir...!
Oh, estéril lumbre que en mi carne luchas! Tus puras hebras trepan por mis huesos,
envolviendo mis vértebras tu espuma de suave ondular.
Y así, a través de los rostros apacibles, del invariable giro del Verano,
a través de los muebles inmóviles y mansos, de las canciones de alegre esplendor,
todo habla al absorto e indefenso testigo, a las postreras sombras trepadoras,
de su incierta partida, de las manos transformándose en la gramilla estival.
Entonces mi corazón lleno de idolatría se despierta temblando,
como el que sueña que la sombra entra en él y su adorable carne se licúa
a un son lento y dulzón, poblado de flotantes animales y neblinas,
y pasa la yema de sus dedos por sus cejas, comprueba de nuevo
sus labios y mira una vez más sus desiertas rodillas,
acariciando en torno sus riquezas, sin penetrar su secreto,
mientras corren los grandes días sobre la tierra inmutable.

De las cosas y el delirio, 1941.
Tomado de Hotel pájaro, Antología, Centro Editor de América Latina, 1981.

sábado, 19 de octubre de 2024

Y enseguida anochece (Salvatore Quasimodo)


 











Y enseguida anochece

Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida anochece

Del libro Aguas y Tierras 1920-1929

Traducción de Carlo Frabetti.

Tomado de: Y enseguida anochece y otros poemas, Hyspamérica Ediciones Argentina S.A. 1983.


ED È SUBITO SERA

Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
ed è subito sera.



Otras traducciones:

Y súbito la noche

Hendido por un rayo de sol
todo hombre está solo
sobre el corazón de la tierra;
de pronto,
la noche que cierra.

Versión de Carlos López Narváez



Y DE PRONTO ANOCHECE

Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.

Traducción de Carlos Vitale