domingo, 25 de febrero de 2024

Nubes sobre el edificio de enfrente (Mircea Cărtărescu)


 








No puedo mover la aguja de la brújula sólo concentrándome.
Lo he intentado. No soy capaz.
No puedo transmitir la imagen de un naipe. Lo he intentado.
Quise levitar y, echado boca arriba, en el sudor de la cama, inmóvil,
me concentré media hora hasta sentir que enloquecía.
En el metro intenté hacer que una chica me mirara
y por supuesto que no me miró.
¡Dios, no soy tu elegido!

Mi mente no puede cambiar el mundo.
No tengo bastante amor, bastante fe.
No tengo un aura alrededor de la cabeza.
No te me has mostrado ni me has dado alguna señal.

Palpo el mantel de hule:
no cede, no se convierte en vapor rojizo.
Toco los rizos de mi hija:
son suaves de un dorado intenso.
Nada es distinto a lo que me dicen los sentidos. La ilusión no existe.
Mi mente es el espejo plano del mundo.

Plano, llano. Ningún rasguño
Ninguna vida anterior, ningún ser ectoplasmático.
Ni Agarthi, ni Shambala
ni Maya, en cuanto a los sueños
son sólo cosméticos sobre nada.

Miro hacia la llama de la hornalla como si estuviera hipnotizado.
Sé que estuve en un útero.
Sé que estaré en un féretro. O que mancharé la tierra con mi sangre.
No entraré yo a la fisura.
No voltearé yo la cabeza en la fotografía del grupo.


Versión de Gabriela Căprăroiu



Nubes sobre el bloque opuesto

No puedo hacer que la aguja de la brújula se mueva a través de la concentración.
Lo intenté. No puedo hacerlo.
No puedo canalizar la imagen de un naipe. Lo intenté.
Quería levitar y concentrarme media hora
y me sentí loco, acostado de espaldas en una cama deshecha, sudando.
Traté de hacer que una mujer me mirara en el metro
por supuesto, ella no miró.
¡Señor, no soy tu elegido!
El mundo no cambia para mí.
No amo lo suficiente, no tengo suficiente fe.
No tengo un aura alrededor de mi cabeza
y no me has mostrado, no has dado una señal.
Sostengo el mantel entre mis dedos:
sin ceder, sin elevarse en vapor rojo.
Toco el cabello de mi niña, los rizos:
oscuro, dorado, suave.
Nada confunde mis sentidos. No hay ilusión.
Mi mente es un suave espejo del mundo.
Liso y plano.
No hay rasguño.
No hay vida pasada, ninguna criatura ectoplásmica.
No hay Agartha, no hay Shambala
no hay Maya, lo que viene en sueños
es solo el maquillaje de la nada.
Miro la llama de la estufa, hipnotizado,
sabiendo que vine de un útero,
sabiendo que me iré en un ataúd o mancharé la tierra con mi sangre.
No seré yo quien encuentre la grieta.
No seré yo con la cabeza vuelta en la foto de grupo.


Versión de Lala Toutonian

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