viernes, 19 de febrero de 2021

Búsqueda de la poesía (Carlos Drummond de Andrade)

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y cómodo cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de goce o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
No me reveles tus sentimientos,
que sacan partido del equívoco e intentan el camino más largo.
Lo que pensás y sentís, eso todavía no es poesía.

No le cantes a tu ciudad, dejala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es música oída al pasar; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, la lluvia y la noche, el cansancio y la esperanza no significan nada.
La poesía (no les arranques poesía a las cosas)
se escapa del sujeto y del objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te fastidies.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
sus mazurcas y supersticiones, sus esqueletos familiares
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inútil.

No reconstruyas
tu infancia sepultada y melancólica.
No osciles entre el espejo y la
memoria que se disipa.
Lo que se disipó, no era poesía.
Lo que se quebró, no era cristal.

Penetrá sordamente en el reino de las palabras.
Ahí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Ahí están, solos, mudos, en estado de diccionario.
Conviví con tus poemas, antes de escribirlos.
Tené paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Esperá que cada uno se realice y se consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No levantes del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Aceptalo,
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

Vení un poco más cerca y contemplá las palabras.
Cada una tiene mil caras secretas bajo la cara neutra
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Mirá:
despobladas de melodía y concepto,
ellas se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
van por un río difícil y se transforman en desprecio.


Traducción: Ezequiel Zaidenwewerg



No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los accidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu careta de gozo o de dolor en la oscuridad 
son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que prevalecen sobre el equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso todavía no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es música oída al pasar; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.

La poesía (no saques poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques.
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas e ilusiones, vuestros esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inservible.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Si se disipó, no era poesía.
Si se quebró, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Están allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consume
con su poder de palabra 
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concentrada 
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil rostros secretos bajo el rostro neutro
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le dieras:
¿Trajiste la llave?

Fíjate:
huérfanas de melodía y de concepto,
ellas se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.


Traducción: Rodolfo Alonso.
Tomado de Mudo grande y otros poemas, Centro Editor de América Latina, 1987.



A Procura da Poesia

Não faças versos sobre acontecimentos.
Não há criação nem morte perante a poesia.
Diante dela, a vida é um sol estático,
não aquece nem ilumina.
As afinidades, os aniversários, os incidentes pessoais não contam.
Não faças poesia com o corpo,
esse excelente, completo e confortável corpo, tão infenso à efusão lírica.

Tua gota de bile, tua careta de gozo ou de dor no escuro
são indiferentes.
Nem me reveles teus sentimentos,
que se prevalecem do equívoco e tentam a longa viagem.
O que pensas e sentes, isso ainda não é poesia.

Não cantes tua cidade, deixa-a em paz.
O canto não é o movimento das máquinas nem o segredo das casas.
Não é música ouvida de passagem, rumor do mar nas ruas
junto à linha de espuma.

O canto não é a natureza
nem os homens em sociedade.
Para ele, chuva e noite, fadiga e esperança nada significam.
A poesia (não tires poesia das coisas)
elide sujeito e objeto.

Não dramatizes, não invoques,
não indagues. Não percas tempo em mentir.
Não te aborreças.
Teu iate de marfim, teu sapato de diamante,
vossas mazurcas e abusões, vossos esqueletos de família
desaparecem na curva do tempo, é algo imprestável.

Não recomponhas
tua sepultada e merencória infância.
Não osciles entre o espelho e a
memória em dissipação.
Que se dissipou, não era poesia.
Que se partiu, cristal não era.

Penetra surdamente no reino das palavras.
Lá estão os poemas que esperam ser escritos.
Estão paralisados, mas não há desespero,
há calma e frescura na superfície intata.
Ei-los sós e mudos, em estado de dicionário.
Convive com teus poemas, antes de escrevê-los.
Tem paciência se obscuros. Calma, se te provocam.
Espera que cada um se realize e consume
com seu poder de palavra
e seu poder de silêncio.
Não forces o poema a desprender-se do limbo.
Não colhas no chão o poema que se perdeu.
Não adules o poema. Aceita-o
como ele aceitará sua forma definitiva e concentrada
no espaço.

Chega mais perto e contempla as palavras.
Cada uma
tem mil faces secretas sob a face neutra
e te pergunta, sem interesse pela resposta,
pobre ou terrível, que lhe deres:
Trouxeste a chave?

Repara:
ermas de melodia e conceito
elas se refugiaram na noite, as palavras.
Ainda húmidas e impregnadas de sono,
rolam num rio difícil e se transformam em desprezo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario