La campana dio la una sacudiendo la torre silenciosa.
Las tumbas entregan sus muertos: La hermosa Elenor
ha pasado junto al portal del castillo y, deteniéndose, mira en torno.
Un lamento sordo corrió por las siniestras bóvedas.
Gritó fuerte y rodó por los peldaños.
Sus mejillas pálidas dieron contra la piedra yerta. Nauseabundos olores
de muerte escapan como de un sepulcro
y todo es silencio, exceptuando el suspiro de las bóvedas.
La muerte helada retira su mano y la mujer revive.
Asombrada se encuentra de pie
y, como fantasma, por estrechos corredores
anda, sintiendo el frío de los muros en sus manos.
Retorna la fantasía y piensa entonces en huesos
y en cráneos que ríen y en la muerte corruptora
envuelta en su mortaja. No tarda en imaginar que oyoe
hondos suspiros y que ve lívidos espectros que se deslizan.
Por fin no la fantasía, sino la realidad,
atrae su atención. Un ruido de ruinas; y los pies
de alguien que corre, se acercan. Ellen se detuvo
como una estatua muda, helada de terror.
El malhadado se acerca gimiendo: “El mal hecho está;
toma esto y envíalo por quien fuere.
Es mi vida. Envíalo a Elenor.
¡Está muerto, pero clama tras de mí, sediento de sangre!”
“¡Toma!”, exclamó, arrojando a sus manos
un paño húmedo y envuelto. Luego huyó
gritando. Ella recibió en sus manos
la pálida muerte y le siguió en alas del espanto.
Atravesaron con rapidez las verjas exteriores. El desdichado,
sin dejar de ulular, saltó el muro, cayendo al foso
y ahogándose en el cieno. La hermosa Ellen cruzó el puente
y pudo oír una tétrica voz que preguntaba: “¿lo has hecho?”
Como herida gacela Ellen corre
por la llanura sin caminos. Como voladora flecha nocturna
vuelva la destrucción y golpea en la oscuridad.
Huye del terror hasta volver a su hogar.
Sus doncellas la esperaban. Sobre su lecho cae,
aquel lecho de alegrías donde en otro tiempo su señor la abrazara.
“¡Ah, espanto de mujer!”, exclamó, “¡ah maldecido duque!
¡Ah mi amado señor! ¡Ah miserable Elenor!”
“¡Mi señor era como una flor sobre las sienes
del lozano mayo! ¡Ah vida, frágil como la flor!
¡Oh lívida muerte! ¡Aparta tu mano cruel!
¿Pretendes acaso que florezca para engalanar tus horribles sienes?”
“Mi señor era como una estrella en lo más alto de los cielos,
arrastrada a la tierra mediante hechizos y maldades;
mi señor era como los ojos del día al abrirse,
cuando los vientos del oeste se deslizan suavemente por las flores.”
“Pero se oscureció. Como el mediodía estival,
se nubló; cayó como el árbol majestuoso talado;
moró entre sus hojas el aliento de los cielos.
¡Oh Elenor, débil mujer cargada de infortunio!”
Tras hablar así levantó la cabeza,
viendo junto a ella el ensangrentado paño
que sus manos trajeron. Entonces, diez veces
más aterrada, vio que el mismo se desenvolvía.
Su mirada estaba fija. La sangrante tela se abre
descubriendo a sus ojos la cabeza
de su amado señor, muy lívida y cubierta
de sangre coagulada, la cual, tras gemir, así habló:
“Oh Elenor, soy la cabeza de tu esposo
que, mientras dormía recostado sobre las piedras de la lejana torre,
fue privado de la vida por el miserable duque.
¡Un villano mercenario transformó mi sueño en muerte!”
“¡Oh Elenor, cuídate del perverso duque!
No le des tu mano, ahora que muerto estoy.
Tu amor busca quien, cobardemente y en la noche,
contrató a un rufián para quitarme la vida.”
Ella se dejó caer con miembros yertos, rígida como una piedra.
Tomando la ensangrentada cabeza entre sus manos
besó los pálidos labios. No tenía lágrimas que derramar.
La llevó a su seno y lanzó su último gemido.
Traducción de Pablo Mañe.
Poemas de los esbozos poéticos.
Poesía completa, Hyspamérica Ediciones Argentina S.A., Buenos Aires, 1986.
Nota: Ellen = Elenor
FAIR ELEANOR.
THE bell struck one and shook the silent tower;
The graves give up their dead: fair Eleanor
Walk'd by the castle-gate, and looked in;
A hollow groan ran thro' the dreary vaults.
She shriek'd aloud, and sunk upon the steps,
On the cold stone her pale cheek. Sickly smells
Of death issue as from a sepulchre,
And all is silent but the sighing vaults.
Chill death withdraws his hand, and she revives;
Amazed she finds herself upon her feet,
And, like a ghost, through narrow passages
Walking, feeling the cold walls with her hands.
Fancy returns, and now she thinks of bones
And grinning skulls, and corruptible death
Wrapt in his shroud; and now fancies she hears
Deep sighs, and sees pale sickly ghosts gliding.
At length no fancy, but reality
Distracts her. A rushing sound, and the feet
Of one that fled, approaches.—Ellen stood,
Like a dumb statue, froze to stone with fear.
The wretch approaches, crying, "The deed is done;
"Take this and send it by whom thou wilt send;
"It is my life—send it to Eleanor:—
"He's dead, and howling after me for blood!
"Take this," he cried; and thrust into her arms
A wet napkin, wrapt about; then rush'd
Past, howling: she received into her arms
Pale death, and follow'd on the wings of fear.
They pass'd swift thro' the outer gate; the wretch
Howling, leap'd o'er the wall into the moat,
Stifling in mud. Fair Ellen pass'd the bridge,
And heard a gloomy voice cry, "Is it done?"
As the deer wounded Ellen flew over
The pathless plain; as the arrows that fly
By night; destruction flies, and strikes in darkness.
She fled from fear, till at her house arrived.
Her maids await her; on her bed she falls,
That bed of joy where erst her lord hath press'd:
"Ah, woman's fear!" she cried, "Ah, cursed duke!
"Ah, my dear lord! ah, wretched Eleanor!
"My lord was like a flower upon the brows
"Of lusty May! Ah, life as frail as flower!
"O ghastly death! withdraw thy cruel hand,
"Seek'st thou that flower to deck thy horrid temples?
"My lord was like a star in highest heaven
"Drawn down to earth by spells and wickedness;
"My lord was like the opening eyes of day,
"When western winds creep softly o'er the flowers.
"But he is darken'd; like the summer's noon
"Clouded; fall'n like the stately tree, cut down;
"The breath of heaven dwelt among his leaves.
"O Eleanor, weak woman, fill'd with woe!"
Thus having spoke, she raised up her head,
And saw the bloody napkin by her side,
Which in her arms she brought; and now, tenfold
More terrified, saw it unfold itself.
Her eyes were fix'd; the bloody cloth unfolds,
Disclosing to her sight the murder'd head
Of her dear lord, all ghastly pale, clotted
With gory blood; it groan'd, and thus it spake:
"O Eleanor, behold thy husband's head
"Who, sleeping on the stones of yonder tower,
"Was reft of life by the accursed duke!
"A hired villain turn'd my sleep to death!
"O Eleanor, beware the cursed duke,
"O give not him thy hand, now I am dead;
"He seeks thy love; who, coward, in the night,
"Hired a villain to bereave my life."
She sat with dead cold limbs, stiffen'd to stone;
She took the gory head up in her arms;
She kiss'd the pale lips; she had no tears to shed;
She hugg'd it to her breast, and groan'd her last.