viernes, 29 de noviembre de 2024

Carta al Presidente General Uriburu (Salvadora Medina Onrubia)

 



























    Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido… Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.
    Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ellos. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.
    En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos … y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre.
    Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo.
    General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio.


    Salvadora Medina Onrubia
    Cárcel del Buen Pastor, julio 5 de 1931




    En 1931 el General Uriburu, entonces presidente de facto de Argentina, clausuró el diario Crítica y encarceló a Salvadora y su marido Natalio Botana, fundador del diario.

    Un grupo de intelectuales solicitaron a Uriburu su «magnanimidad» para con Salvadora por su «triple condición de mujer, poeta y madre». Pero ella no estuvo de acuerdo con este pedido y le escribió la carta publicada más arriba.

    Salvadora Medina Onrubia (La Plata, 23 de marzo de 1894-Buenos Aires, 21 de julio de 1972) fue una narradora, poeta, anarquista y feminista argentina. Fue la primera mujer que dirigió un diario en Argentina.

martes, 26 de noviembre de 2024

Cuadrados y ángulos (Alfonsina Storni)

 









Casas enfiladas, casas enfiladas, 
casas enfiladas. 
Cuadrados, cuadrados, cuadrados. 
Casas enfiladas. 
Las gentes ya tienen el alma cuadrada, 
ideas en fila 
y ángulo en la espalda. 
Yo misma he vertido ayer una lágrima, 
Dios mío, cuadrada.


El dulce daño, 1918.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Puntos de sutura (Maggie Smith)


 









Dos veces me abrieron
y las dos, tras coserme para cerrarme,

dijeron que el hilo se disolvería,
dijeron que mi cuerpo disolvería

el hilo. Pero mira que ahorrativa
me he vuelto, guardando todos los puntos de sutura

para futuros arreglos y reparaciones.
Cualquier mujer con mi sangre

guarda—es ahorrativa. Cuando le dan
una hoja de papel, mi hija

recorta el corazón que quiere
y guarda el resto para hacer estrellas,

copos de nieve, flores. Un par de veces
cortaron bebés de mi cuerpo,

pero el cuerpo permanece.
Mira, no se desperdicia nada.

Cuanto más cortan, más tengo.


Traducción de Jonio González.


STITCHES

Twice they opened me
and twice, after sewing me shut,

they said the thread would dissolve,
they said my body would dissolve

the thread. But see how frugal
I’ve become, saving every stitch

for future alterations and repairs.
Any woman with my blood

saves—is a saver. When given one
sheet of paper, my daughter

cuts out the heart she wants
and keeps the scraps for stars,

snowflakes, flowers. Twice
they cut babies from my body,

but the body remains.
See how nothing is wasted.

The more they cut, the more I have.




Aquellos domingos de invierno (Robert Hayden)


 











También los domingos mi padre se levantaba temprano
y se vestía en medio del frío negro azulado,
después, con manos agrietadas, doloridas
de trabajar a la intemperie, hacía
arder los rescoldos. Nadie nunca se lo agradeció.

Yo despertaba y oía el frío astillarse, quebrarse.
Cuando las habitaciones estaban caldeadas, me llamaba,
y lentamente me levantaba y vestía,
temiendo la ira crónica de aquella casa,

le hablaba con indiferencia, a él,
que había expulsado el frío
y lustrado tan bien mis mejores zapatos.
¿Qué sabía yo, qué sabía yo
del amor austero y los oficios solitarios?


Traducción de Jonio González.


Those Winter Sundays

Sundays too my father got up early 
and put his clothes on in the blueblack cold, 
then with cracked hands that ached 
from labor in the weekday weather made 
banked fires blaze. No one ever thanked him. 

I'd wake and hear the cold splintering, breaking. 
When the rooms were warm, he'd call, 
and slowly I would rise and dress, 
fearing the chronic angers of that house,

speaking indifferently to him, 
who had driven out the cold 
and polished my good shoes as well. 
What did I know, what did I know 
of love's austere and lonely offices?