lunes, 29 de septiembre de 2025
Cuando ellos ya no estén (Magalí Etchebarne)
miércoles, 24 de septiembre de 2025
Biografía (Sona Van)
sábado, 20 de septiembre de 2025
Los ángeles bailan entre la hierba (Juan L. Ortiz)
jueves, 4 de septiembre de 2025
Mark Rothko y yo (Han Kang)

MARK ROTHKO Y YO
La muerte en febrero
Aunque no hace falta que lo aclare,
no existe relación alguna entre Mark Rothko y yo.
Él nació el 25 de septiembre de 1903
y murió el 25 de febrero de 1970.
Yo nací el 27 de noviembre de 1970
y todavía sigo viva.
Sin embargo, a veces me pongo a pensar
en el tiempo de nueve meses
que separan su muerte y mi nacimiento.
Días antes o después
de esa madrugada en que él se abrió las venas de las manos
en la cocina anexa a su taller,
mis padres fundieron sus cuerpos
y poco después
una mota de vida
apareció en el útero tibio
cuando en un cementerio de Nueva York al final del invierno
el cuerpo de Rothko no se había corrompido todavía.
No es para maravillarse
sino para entristecerse.
Siendo solo una mota,
sin tener aún un corazón que late,
sin saber lo que es el lenguaje,
lo que es la luz
ni las lágrimas,
me estaba formando
dentro del útero sonrosado,
cuando entre la vida y la muerte,
febrero, una herida abierta,
resistió y resistió
hasta que empezó a cicatrizar por fin,
cuando dentro de la tierra a medio derretir y por eso más fría
la mano de Rothko no se había corrompido todavía.
Traducción del coreano: Sunme Yoon.
El cuadro: Composition I, Mark Rothko, 1931.
domingo, 17 de agosto de 2025
Black Mask (Paulina Vinderman)
En la novela negra
ella no se enamoraría del asesino,
sería la torva ingenua bailarina de cabaret
o la dulce -nada ingenua-
muñeca con ojos como ciervos, pelo
para agitar en el viento entre las acacias.
En la novela negra
no podría jamás cruzar la línea,
bajo su respiración
estarían los muros amarillos,
la seducción de un héroe al que abrazar.
Y ya no importaría la tensión del poema
o de su espalda
soportando el mundo.
En la novela negra ella no tendría esta asfixia,
este estribillo que envejece
a medida que come de su pan
y abre los brazos en la oscuridad
en un escándalo incumplido.
Si algo la habita
es la memoria de un puerto insignificante
y caluroso
donde la muerte no era un estallido
sino una conversación, una clara evidencia.
https://paulinavinderman.com.ar/lib_bulgaria_blackmask.php
domingo, 10 de agosto de 2025
los vencidos (Sergio Beleiro)
martes, 15 de julio de 2025
Pequeños asesinatos (Estela Figueroa)
la vi disparar rauda y oscura
desde el canasto de papas que está en un extremo de la cocina
hasta el otro
al costado de la heladera
donde acumulamos botellas vacías de vino y gaseosas
que en gloriosas jornadas de limpieza
sacamos a la calle.
- : Tenemos una laucha -dije a mi hija Florencia-.
Es gorda. Vive detrás de la heladera.
Habrá que matarla -me contestó ella.
Habrá que poner triguillo fuera del alcance de Toto.
(Toto es nuestro perro)
Pero pasaron los días
y ninguna de las dos iba a la ferretería
en busca del triguillo.
Y la laucha seguía corriendo rauda y oscura de un extremo a otro
-en la cocina-
ante la mirada curiosa de Toto
y ya sin importarle si estábamos nosotras o no.
- : Esta laucha se está tomando mucha confianza
recuerdo que dijo mi hija.
Bueno.
De manera que a la mañana siguiente me encaminé a la ferretería
y compré el triguillo Drumolive
hecho con glándulas disecadas de roedores
lo cual- según decía el prospecto-
ejerce una poderosa atracción sexual sobre sus iguales.
La caja estuvo envuelta varios días sobre la mesa de la cocina
hasta que Florencia
-que es más expeditiva que yo para estas cosas-
abrió el paquete una noche
llenó potes con buena parte de su contenido
y acomodó estos potes estratégicamente.
Durante varias mañanas
mientras yo tomaba té leyendo a Carver
la sentí comer ávidamente.
Es cierto. Nadie
nada escapa
de lo que implica una atracción sexual.
Los ruiditos terminaron
y Carver y yo quedamos solos.
Charlando sobre la proximidad de una jornada de limpieza de la casa dijo mi hija
- : Parece que la laucha se murió. Ya no se la oye.
- : Es cierto-respondí-. Yo tampoco la oigo. La matamos.
viernes, 4 de julio de 2025
Es la baba (Oliverio Girondo)
martes, 17 de junio de 2025
A Serguéi Esenin (Vladímir Maiakovski)
jueves, 12 de junio de 2025
La Era de la Soledad (María del Carmen Marengo)
martes, 10 de junio de 2025
El odio (Wislawa Szymborska)
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza vence los grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.
No es como otros sentimientos.
Es al mismo tiempo más viejo y más joven.
Él mismo crea las causas
que lo despiertan a la vida.
Si duerme, no es nunca un sueño eterno.
El insomnio no le quita la fuerza, se la da.
Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la línea de salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es arrancarse a correr.
Lo bueno y lo justo al principio.
Después ya agarra vuelo.
El odio. El odio.
Su rostro lo deforma un gesto
de éxtasis amoroso.
Ay, esos otros sentimientos,
debiluchos y torpes.
¿Desde cuando la hermandad
puede contar con multitudes?
¿Alguna vez la compasión
llegó primero a la meta?
¿Cuántos seguidores arrastra tras de si la incertidumbre?
Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo.
Talentoso, inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto?
¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?
¿Cuántas alfombras de gente ha extendido,
en cuántas plazas, en cuántos estadios?
No nos engañemos,
sabe crear belleza:
espléndidos resplandores en la negrura de la noche.
Estupendas humaredas en el amanecer rosado.
Difícil negarle patetismo a las ruinas
y cierto humor vulgar
a las columnas vigorosamente erectas entre ellas.
Es un maestro del contraste
entre el estruendo y el silencio,
entre la sangre roja y la blancura de la nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el motivo del torturador impecable
y su victima deshonrada.
En todo momento, listo para nuevas tareas.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
Y solamente él mira hacia el futuro
con confianza.
Traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán