lunes, 29 de septiembre de 2025

Cuando ellos ya no estén (Magalí Etchebarne)


 










Cuando ellos ya no estén, solo
quedarán sus plantas
abrazándose salvajes, creciendo
desconcertadas. Mi hermana y yo
nos habremos llevado todo: los secretitos
de la noche grabados en la mesa de luz,
las cenizas que duermen en cofres de mármol,
todos esos muebles gigantes
como máquinas a vapor,
las fotos —todas las fotos en blanco y negro
en las que el pasado parece mentira—,
los problemas suaves, de épocas
sin distracción. Y así,
cargadas, vamos a caminar
por la costa varicosa de los años.
Alguna dirá ¿qué harán los que vengan
con la casa, con los dos plátanos altos
de la vereda? ¿Se animarán
a tirar todo abajo? Ese coraje
no será nuestro. Empieza después
de esta historia. Ahora, estamos de espaldas
al futuro, no es que lo evitemos,
juntamos fuerza.
Soltamos al cielo
palabras, un oráculo, una
traición. Ofrendas lanzadas al mar
cargadas de flores y preguntas, deseos
y nuestros nombres tallados sobre todo
lo que tuvimos: lo más bello y lo espantoso.
Después, ya no seremos animales pesados
husmeando en la orilla, sino esa pareja de aves
revoloteando su hogar.



miércoles, 24 de septiembre de 2025

Biografía (Sona Van)


 








Mi abuelo era sacerdote
creía en Dios de 9 a.m. a 6 p.m.
después de las 6 p.m. descansaba  

mi padre era físico
de 9 a.m. a 6 p.m. refutaba a Dios
y después de las 6 p.m. creía en Dios secretamente  

mi tía guardaba todas sus cartas de amor
en páginas raídas de Biblia 
en la secuencia de las revelaciones
ella leía la Palabra de Dios
y sus cartas de amor
con la misma expresión en su rostro
y en ambas confiaba sólo la mitad 

dependiendo de su misteriosa sonrisa
a través del ojo de la cerradura
era difícil saber
a quién prefería mi tía
para la salvación
de ese día  

mi madre
(estaba a punto de olvidarlo)
no tenía tiempo para creer o no creer
estaba siempre ocupada
creando algo desde la nada
mi madre siempre estaba en silencio  

Heredé la fe diurna de mi abuelo
la fe crepuscular de mi padre
la sonrisa de mi tía
y las manos de mi madre 

mi padre físico creía seriamente
la historia 
de que Cristo nació en un pesebre
mi padre decía
que a veces las historias
que parecían absurdas al principio
pueden ser ciertas,
porque nadie (decía mi padre)
se permitiría
inventar semejante historia  

mi padre siempre habló con simpatía
de José
mi padre físico creía en milagros también
mi madre era un milagro  

estos días
llevo a Dios bajo mi camisa
como un pan recién horneado
y lo comparto con cualquiera
que se cruce en mi camino  

en nuestra cocina
el gran abrevadero de madera
siempre estaba lleno de masa en igual medida
era como si mi madre hiciera masa de sus dedos
o más bien
la masa parecía ser la metamorfosis
de los dedos de mi madre en el abrevadero de madera 

mi madre a veces trataba de secar
el sudor de su ceño                                 
y diez chorros iguales de masa salían
desde los dedos de mi madre hasta su frente 

mi padre decía que mi madre
nos hizo de masa y se reía
mi madre guardaba silencio y continuaba
colgando blancos ángeles de masa
de las puntas de sus dedos  

mi madre 
lo juro
podría caminar sobre el agua
si sólo pudiera despegar sus dedos
de la masa…



sábado, 20 de septiembre de 2025

Los ángeles bailan entre la hierba (Juan L. Ortiz)


 








Los ángeles bailan entre la hierba.
Ondulan un frío que relampaguea
y que cortaría la tarde.
La tarde dura como un diamante
que desvalora de pronto una nube efímera.

Los ángeles de Cocteau sentados en las cornisas
miraban caer la tarde con ojos violeta.

Es dura la vida. La vida es triste.
Como un mar la muerte viene del sur y anda en el sol.

Los ángeles bailan entre la hierba
y sonríen con una sonrisa filosa,
un poco lúgubre ¿cierto?
Sí, lúgubre, y breve.


jueves, 4 de septiembre de 2025

Mark Rothko y yo (Han Kang)


 


MARK ROTHKO Y YO


La muerte en febrero



Aunque no hace falta que lo aclare,

no existe relación alguna entre Mark Rothko y yo.


Él nació el 25 de septiembre de 1903

y murió el 25 de febrero de 1970.

Yo nací el 27 de noviembre de 1970

y todavía sigo viva. 

Sin embargo, a veces me pongo a pensar

en el tiempo de nueve meses

que separan su muerte y mi nacimiento.


Días antes o después

de esa madrugada en que él se abrió las venas de las manos

en la cocina anexa a su taller,

mis padres fundieron sus cuerpos

y poco después

una mota de vida

apareció en el útero tibio


cuando en un cementerio de Nueva York al final del invierno

el cuerpo de Rothko no se había corrompido todavía.


No es para maravillarse

sino para entristecerse.


Siendo solo una mota,

sin tener aún un corazón que late,

sin saber lo que es el lenguaje,

lo que es la luz

ni las lágrimas,

me estaba formando

dentro del útero sonrosado,


cuando entre la vida y la muerte,

febrero, una herida abierta, 

resistió y resistió

hasta que empezó a cicatrizar por fin,


cuando dentro de la tierra a medio derretir y por eso más fría

la mano de Rothko no se había corrompido todavía.



Traducción del coreano: Sunme Yoon.

El cuadro:  Composition I, Mark Rothko, 1931.